La iconografía de la Edad Moderna está llena de pastores y sus ganados. "El pozo de Jacob" del murciano Pedro Orrente (1588-1645)
“De las lanas de ovejas, y carneros es también notable el interés y provecho que este reino tiene casi en todos sus lugares y poblaciones”
Bartolomé Ximénez Patón, 1628
En el proyecto Las Columnas del Santo Reino me interesa analizar los procesos económicos que tuvieron lugar en el reino de Jaén a finales del siglo XVI dividiéndolos en etapas y analizándolas por separado. En una entrada anterior dedicada a los paños de Baeza estudié el proceso final de los paños, su comercialización en España y las Indias.
Allí apunté como la lana de los ganados de ovejas del reino se utilizó para realizar los paños. Desde finales del siglo XIII este tipo de oveja de lana finísima se había ido criando en los campos de Castilla. La oveja merina producía una lana finísima, la mejor del mundo, siendo un secreto muy bien guardado por los ganaderos castellanos. Sacar ovejas merinas de los reinos de Castilla –dicen– estaba penado con la muerte.
Un carnero merino en la actualidad. La densidad de la lana es extraordinaria.
A partir de la lana de estas ovejas –y en otros casos, para tejidos más bastos de otras ovejas llamadas churras– se confeccionaban los paños de Baeza, Segovia, Cuenca o Córdoba y de otras poblaciones cercanas.
El proceso es mucho más complejo de lo que parece a simple vista, pues la gran mayoría de las lanas de Jaén no se transformaron en paños, sino que se exportaron hacia Italia, hacia las ciudades pañeras de Milán, Florencia, Bolonia y Venecia, o bien, al final del periodo, en torno a los años 90, también hacia la Europa atlántica, hacia Flandes, hoy Bélgica y Holanda.
Un carnero merino en la actualidad. La densidad de la lana es extraordinaria.
A partir de la lana de estas ovejas –y en otros casos, para tejidos más bastos de otras ovejas llamadas churras– se confeccionaban los paños de Baeza, Segovia, Cuenca o Córdoba y de otras poblaciones cercanas.
El proceso es mucho más complejo de lo que parece a simple vista, pues la gran mayoría de las lanas de Jaén no se transformaron en paños, sino que se exportaron hacia Italia, hacia las ciudades pañeras de Milán, Florencia, Bolonia y Venecia, o bien, al final del periodo, en torno a los años 90, también hacia la Europa atlántica, hacia Flandes, hoy Bélgica y Holanda.
Los mercaderes de lana locales y los mercaderes-productores de paños de Baeza, de Jaén y otros lugares tuvieron que competir con mercaderes extranjeros para conseguir su parte del pastel lanero. Una competencia difícil y desigual. Este dato ya fue notado por los economistas de la época –los mal llamados arbitristas– que temían que la salida de materias primas destruyera la boyante economía castellana, temores que se hicieron realidad:
Lanas, en 30 lavaderos que hay
en España dicen que saldrán quinientas mil arrobas, cuestan menos de a tres
ducados, que montan millón y medio; y labradas de los géneros que las tornan a
traer, suelen vender la arroba en cien ducados, y puesta una con otra a quince
ducados son siete millones y medio; y si no las vuelven todas labradas (porque
de ellas llevan a otras partes mercaderías labradas), si se labraran acá,
pudieran llevarse a las partes donde ellos las llevan. Tapicerías dicen que
entran millón y medio, y suele una arroba de la lana basta, de que se hacen,
valer dieciséis o veinte reales, y entrar en cuatro anas, que suelen valer a
treinta y a cincuenta reales, y sacar de ella doscientos reales.
Sancho de Moncada, 1619
No era fácil competir con los mercaderes genoveses que monopolizaban la producción lanera del sureste. Su estrategia principal fue la compra por adelantado a través de un documento notarial llamado "obligación de lanas". En él, los genoveses adelantaban parte del dinero total de la venta a los ganaderos de ovejas, unos pocos meses antes, un año o incluso varios años antes. Los precios estaban muy por debajo del mercado y en muchos casos, si no se entregaba la lana, los genoveses ejecutaban los bienes de los ganaderos y sus fiadores. Con la lana vendida antes de que las ovejas la produjeran, los mercaderes locales, solo podían hacerse con los despojos de este comercio. Veamos un ejemplo de la forma de actuar de los italianos, uno de los miles que llevo recopilando durante años.
El 8 de enero de 1581 apareció ante el escribano de Huéscar en el reino de Granada Pedro de Quijada, vecino de Segura de la Sierra. Este individuo era el apoderado del oligarca segureño Gabriel de Isla Cortecero –futuro regidor de la villa– quien se obligaba a entregar 100 arrobas de lana "blanca fina merina" en Segura de la Sierra a los genoveses Pelegro Mayolo, Vicencio Mayolo y Juan Calvo Bernabó –aquel Bernabuxino Veses de la ficha– en junio de ese mismo año por un precio de 12 reales por arroba. Los genoveses le adelantaban 100 ducados (un 92% del valor final) e Isla hipotecaba sus ganados. Esta práctica obligaba a los genoveses a disponer de enormes cantidades de efectivo –que conseguían por medio de transacciones financieras (cédulas de cambio y letras de cambio) entre Génova-Sevilla (donde estaba la plata amonedada– o a través del control de las rentas reales. Este dinero era transportado por carreteros fuertemente armados entre las ciudades de Sevilla, Granada, Baeza y Huéscar.
La competencia era tan desigual que la Corona tuvo que legislar al respecto, ordenando que al menos un tercio de las lanas debían "labrarse"–tejerse– en la zona, en vez de exportarse al extranjero. Parece que esto llegó a ocurrir. Por ejemplo en 1600
varios hacedores de paños de Baeza pidieron que se embargasen a los hermanos
Digueri las lanas que habían comprado en Cazorla, Iruela, Peal del Becerro y Quesada
“para que como vecinos de estos reinos les dieran el tercio de las lanas para
poderlas labrar y hacer paños”. Lo mismo ocurrió a nuestro conocido Daniel Quarteroni cuando apoderó en 1581 al genovés Juan Andrea Guarnero en Baeza para que vendiese 2.000 arrobas de lana “a personas que las han de labrar en estos reinos y
señoríos conforme a la pragmática de S.M.” Pese a todo, la lana siguió fluyendo hacia Italia en grandes cantidades.
Pocos fueron los lugares que escaparon del control de los mercaderes genoveses. Una serie de ciudades actuaban como nodos de su red comercial, lugares donde se realizaban las obligaciones de lana. Todo apunta a que en el caso del Santo Reino, Baeza fue el lugar elegido por las compañías genovesas para realizar estas obligaciones, contando con una colonia genovesa estable, si bien he encontrado algunas en Alcalá la Real. De momento creo que la ciudad de Jaén, que parece que nunca contó con mercaderes genoveses residentes, dependió del "nido real de gavilanes" y de Granada, para estos negocios.
Pocos fueron los lugares que escaparon del control de los mercaderes genoveses. Una serie de ciudades actuaban como nodos de su red comercial, lugares donde se realizaban las obligaciones de lana. Todo apunta a que en el caso del Santo Reino, Baeza fue el lugar elegido por las compañías genovesas para realizar estas obligaciones, contando con una colonia genovesa estable, si bien he encontrado algunas en Alcalá la Real. De momento creo que la ciudad de Jaén, que parece que nunca contó con mercaderes genoveses residentes, dependió del "nido real de gavilanes" y de Granada, para estos negocios.
Obligaciones de lana otorgadas ante escribanos de Granada, Baza, Baeza y Huéscar a finales del siglo XVI. El mapa puede ampliarse a Córdoba y partes del reino de Sevilla.
Cuando se cumplía el plazo de la obligación, una vez esquiladas las ovejas los ganaderos entregaban la lana en los lugares concertados para ello y la lana era transportada en carretas de bueyes y mulas o en lomos de bestias a las instalaciones preindustriales conocidas como lavaderos de lana. En el reino de Jaén parece que huvo lavaderos en Úbeda y Baeza. De la primera tenemos algunas referencias pero para mediados de siglo XVII y de la segunda solo sabemos que el concejo tuvo intención de llevarlos a cabo, pero ninguna referencia sólida a que se construyeron. De nuevo si algún lector tuvieses alguna información al respecto, le agradecería mucho que la compartiera conmigo en los comentarios.
De lo que si tengo abundantes datos es de los lavaderos de lana de Huéscar que los italianos habían construido y donde se llegó a lavar la mitad de la lana castellana que se exportaba a Italia a finales del XVI. Las lanas llegaban a ellos desde grandes distancias como podemos ver en el mapa siguiente a partir de contratos entre mercaderes genoveses y carreteros de bueyes y mulas. Como vemos, no pocos desde lugares del reino de Jaén.
No eran los únicos lavaderos de la región. Tengo referencias a lavaderos en Córdoba, Villanueva de la Fuente, Caravaca, Daimiel, Montiel, etc y dependiendo de la coyuntura económica los mercaderes genoveses o flamencos eligieron unos u otros.
¿Por qué eran necesarios los lavaderos de lana? Muy sencillo: transportar lana sucia era caro ya que al pagar por arroba de lana estaban pagando dinero por tierra, suciedad, excrementos, suarda, almagre y otros adherentes de la lana. La lana merina perdía más de la mitad de su volumen con el lavado. Para ello era necesario calentar el agua con calderas de cobre, intruducir el agua caliente en tinas donde las lanas eran lavadas dependiendo de su calidad –cada parte de la oveja da un tipo de lana de mayor o menor calidad– luego eran lavadas a la redonda en el canal de limpio y dejadas escurrir en la pedrera y rampa para ser secadas en campos de hierba cercanos. Todo este proceso se realizaba en los meses de verano y movilizaba miles de trabajadores, organizados jerárquicamente. He tratado los lavaderos de lanas de Huéscar en algunos trabajos. Aquí os dejo uno de ellos, por si algún lector quisiera ampliar esta información.
La documentación relacionada con las obligaciones de lana y los contratos de transporte de lana a los lavaderos de lanas de Huéscar pueden ser un buen material para el estudio social de los ganaderos de ovino del reino de Jaén. Tengo referencias a autenticas sagas de ganaderos en poblaciones como Segura de la Sierra –Serrano, Rodríguez de Moya, Mexia, Pérez Xuarez, Isla Cortecedo, Alcántara, Castellanos, Sandoval–; Cazorla– Godoy, Amador de Lezcano–;Hornos hoy Puebla de Santiago –de la Fuente–; Orcera –Gómez, Abarca–;Siles –Patiño Castellano, Ortega Montañés– ;Quesada –Manchado, Poyatos–; Génave –Morcillo–; Huelma–Martos, Vico, Martínez Zamarrón– , Noalejo – Maldonado (sus señores), Ortega, Monte– con miles de cabezas de ganado lanar vendiendo sus lanas a los mercaderes ligures año tras año. Esta documentación puede complementarse con protocolos notariales de cada una de estas poblaciones –donde se conserven– archivos parroquiales y pleitos en el Archivo de la Real Chancilleria de Granada. Por ejemplo, en Alcalá la Real, los pocos protocolos consultados arrojan no pocas obligaciones de lana a las mismas compañías genovesas de Granada, y a finales del siglo XVI y principios del XVII a mercaderes flamencos avecindados en Sevilla y con destino al lavadero de Córdoba.
Hemos hablado de las lanas y los ganaderos de lanas del reino de Jaén que suministraron lanas a los mercaderes genoveses, pero ¿qué ocurrió con la lana que no se exportó y que si se transformó en paños en el reino de Jaén?
Las referencias a compras de lanas por mercaderes locales – por el sistema de obligaciones– no han sido muy numerosas hasta ahora. Hay algunos mercaderes de lanas de la ciudad de Jaén como Francisco Martínez de Barrionuevo, Alonso Pérez de Alcaraz, Hernando de Quesada o Luis Pérez de Carvajal de los que tengo algunas obligaciones de lana, pero nada espectacular. Esto puede indicarnos que los mercaderes-productores de paños compraban la lana directamente de los ganaderos, con contratos orales que no dejaron rastro en los protocolos notariales. Hay que seguir buscando en los protocolos notariales otros documentos "indirectos" como formación de compañías para la fabricación de paños o cuentas entre mercaderes y tintoreros. En Baeza si que parece que el jurado Juan Lorencio compró notables cantidades de lana para la fabricación de paños. Tengo varias compras de lana a vecinos de Baeza y Villahermosa y un contrato entre Lorencio y el tundidor Sebastián de Molina para labrar 150 arrobas de lana en paños. Desgraciadamente los tres protocolos notariales conservados en Baeza para finales del XVI no dan para más. Nunca conoceremos al detalle esta extraordinaria producción pañera, al menos no a través de los protocolos notariales del "nido real de gavilanes".
Hasta la próxima entrada!
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