domingo, 18 de junio de 2017

Diario de una investigación (XIX): Semana del 12 al 16 de Junio

Cuero curtido en un protocolo notarial del Archivo Histórico Provincial de Jaén

El lunes 12 comencé la semana visitando el Archivo de la Real Chancillería de Granada. Seguía buscando información sobre “tenerías” y “corambre”. Encontré un pleito –a mi entender fundamental para mi proyecto– entre los zapateros y los curtidores de Jaén. En un expediente voluminoso se ponía de manifiesto que en las últimas décadas del siglo XVI algunos zapateros se habían saltado las ordenanzas municipales y habían “puenteado” a los curtidores, apropiándose de las fases del trabajo del cuero propias de los segundos. Los curtidores, efectivamente, acusaban a los zapateros de comprar las pieles y curtirlas por su cuenta, utilizando materiales baratos para reducir los costes. Lo más interesante es que se da una lista de estos zapateros “rebeldes” que tenían cámaras en las tenerías de Jaén y que ya no necesitaban de los servicios de los curtidores. ¿Quiénes eran? Pues los que serían los mercaderes de corambre más destacados en las décadas siguientes o sus padres, entre ellos Martín López de Alcaudete y Pedro de Villanueva, seguramente el padre de Gabriel de Villanueva.  

 Esta ruptura del orden jerárquico gremial es típico del verlag system o domestic system donde los mercaderes-hacedores o verlegers controlaban todos los pasos del proceso productivo y comercial escapando de las rígidas normativas gremiales. No terminé de analizar todo el documento, aunque quiero volver a él en los próximos días. Todo apunta a que algo estaba cambiando en el mundo del cuero en Jaén a finales del siglo XVI.

El resto de la semana, de nuevo, doblete entre el Archivo Histórico Provincial y el Diocesano. El martes 13 encontré la fundación de la capellanía de Bernabé Martínez de Alcázar, elemento interesante para dilucidar la genealogía de esta familia tan vinculada al mundo de la producción y el comercio del cuero giennense.

Por la tarde, en el diocesano consulté la documentación de la capellanía fundada por su mujer Catalina Alonso Carrasco. El documento fundacional es extraordinario. Parece que fue redactado en casa del hermano de la dicha sin el consentimiento de su marido. Enumera toda una serie de actuaciones de Martínez de Alcázar regalando bienes a sus amigos y familiares, bienes gananciales y, por tanto, también propiedad de Catalina. Pero para nuestro interés debemos traer aquí una cláusula:

“que por el año de 76 el dicho Rodrigo Alonso Carrasco mi hermano entró en mi casa  [y] dio al dicho mi marido 100 ducados en reales que tenia en poder del dicho Juan García de Agreda y el dicho mi marido lo recibió y tuvo en su poder y el dicho mi hermano solicito y anduvo siete años en el trato de la corambre ayudando al dicho mi marido y al cabo de ellos se casó el dicho mi hermano y solo se le dio en este tiempo la comida y no más”

Dicho documento vincula tanto familiar como laboralmente a dos de los más importantes mercaderes de corambres de finales del siglo XVI: Bernabé Martínez de Alcázar y su cuñado –y agente– Rodrigo Alonso Carrasco.

El resto del documento nos enseña la familia de Catalina y su genealogía. El texto termina de manera abrupta cuando Bernabé Martínez de Alcázar se presenta en la casa de su cuñado y consigue que Catalina revoque el documento. Pleitos posteriores validarían esta fundación “clandestina” de Catalina Alonso Carrasco.

El miércoles 14 por la mañana encontré el testamento del jurado Bernabé Martínez de Alcázar, pero para mi desgracia, con muy pocas referencias a su actividad mercantil. El resto de la mañana lo empleé en consultar más protocolos de Melchor Gutiérrez con nuevos documentos otorgados por Juan de Palma y el citado Bernabé Martínez. En el Diocesano terminé de consultar el expediente de la capellanía de Catalina Alonso. Pese a todo, la disfrutaron los descendientes de la familia de su esposo. Éste consiguió que otorgara un testamento donde lo nombraba a él como patrón dejando en papel mojado su testamento previo.

El jueves 15 buscando el segundo testamento de Catalina Alonso me encuentro con un documento sorprendente. Se trata de un encargo de cordobanes de un guadamecilero de Lisboa residente en la calle de los Doradores a Bernabé Martínez de Alcázar: nada menos que 106 docenas de cordobanes por un valor de algo más de 2.000 ducados. La cosa se pone interesante cuando encuentro contratos similares con los mercaderes Juan de Palma Montañés y el mismo portugués. ¡Buena parte del cuero curtido de Jaén terminó en Lisboa!. Allí sería transformado en "couro dourado" por los guadamecileros portugueses. Pero es que Lisboa a finales del siglo XVI era el equivalente a Sevilla, el gran puerto del emporio comercial portugués. Estos cueros giennenses pudieron terminar en Brasil, Goa, Macao, Amsterdam...


Paredes decoradas de guadameciles o "couro dourado" en un cuadro de Pieter de Hooch (s. XVII)


La Rua dos Douradores de Lisboa en la actualidad

 Por la tarde, en el Diocesano, terminé de ver la capellanía de Cristóbal Ruiz de Alcázar. El resto de la tarde fue infructuosa en las capellanías y expedientes matrimoniales de Alcalá la Real.

El viernes 16 revisé los índices del escribano del día anterior buscando más referencias al guadamecilero de Lisboa. Decenas de documentos de encargos lisboetas a media docena de mercaderes de corambre de Jaén llenan las páginas de este escribano. Entre los documentos un poder del guadamecilero por 2.000 docenas de cordobanes curtidos de zumaque por un valor de más de 40.000 ducados, una cantidad extraordinaria. Otros documentos hablan de compras similares en Córdoba, Sevilla o Granada a través de agentes judeoconversos –“marranos”– portugueses como Jorge Enriques. Una gran red comercial que traficaba con el cuero curtido castellano a finales del siglo XVI y principios del XVII empieza a aparecer ante nuestros ojos.


Hasta la próxima entrada!

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