Cuero curtido en un protocolo notarial del Archivo Histórico Provincial de Jaén
El
lunes 12 comencé la semana visitando el Archivo de la Real Chancillería de
Granada. Seguía buscando información sobre “tenerías” y “corambre”. Encontré un
pleito –a mi entender fundamental para mi proyecto– entre los zapateros y los
curtidores de Jaén. En un expediente voluminoso se ponía de manifiesto que en
las últimas décadas del siglo XVI algunos zapateros se habían saltado las
ordenanzas municipales y habían “puenteado” a los curtidores, apropiándose de
las fases del trabajo del cuero propias de los segundos. Los curtidores,
efectivamente, acusaban a los zapateros de comprar las pieles y curtirlas por
su cuenta, utilizando materiales baratos para reducir los costes. Lo más
interesante es que se da una lista de estos zapateros “rebeldes” que tenían
cámaras en las tenerías de Jaén y que ya no necesitaban de los servicios de los
curtidores. ¿Quiénes eran? Pues los que serían los mercaderes de corambre más
destacados en las décadas siguientes o sus padres, entre ellos Martín López de
Alcaudete y Pedro de Villanueva, seguramente el padre de Gabriel de Villanueva.
Esta ruptura del orden jerárquico gremial es
típico del verlag system o domestic system donde los
mercaderes-hacedores o verlegers
controlaban todos los pasos del proceso productivo y comercial escapando de las
rígidas normativas gremiales. No terminé de analizar todo el documento, aunque
quiero volver a él en los próximos días. Todo apunta a que algo estaba
cambiando en el mundo del cuero en Jaén a finales del siglo XVI.
El
resto de la semana, de nuevo, doblete entre el Archivo Histórico Provincial y
el Diocesano. El martes 13 encontré la fundación de la capellanía de Bernabé
Martínez de Alcázar, elemento interesante para dilucidar la genealogía de esta
familia tan vinculada al mundo de la producción y el comercio del cuero
giennense.
Por
la tarde, en el diocesano consulté la documentación de la capellanía fundada
por su mujer Catalina Alonso Carrasco. El documento fundacional es extraordinario.
Parece que fue redactado en casa del hermano de la dicha sin el consentimiento
de su marido. Enumera toda una serie de actuaciones de Martínez de Alcázar
regalando bienes a sus amigos y familiares, bienes gananciales y, por tanto,
también propiedad de Catalina. Pero para nuestro interés debemos traer aquí una
cláusula:
“que
por el año de 76 el dicho Rodrigo Alonso Carrasco mi hermano entró en mi
casa [y] dio al dicho mi marido 100
ducados en reales que tenia en poder del dicho Juan García de Agreda y el dicho
mi marido lo recibió y tuvo en su poder y el dicho mi hermano solicito y anduvo
siete años en el trato de la corambre ayudando al dicho mi marido y al cabo de
ellos se casó el dicho mi hermano y solo se le dio en este tiempo la comida y
no más”
Dicho
documento vincula tanto familiar como laboralmente a dos de los más importantes
mercaderes de corambres de finales del siglo XVI: Bernabé Martínez de Alcázar y
su cuñado –y agente– Rodrigo Alonso Carrasco.
El
resto del documento nos enseña la familia de Catalina y su genealogía. El texto
termina de manera abrupta cuando Bernabé Martínez de Alcázar se presenta en la
casa de su cuñado y consigue que Catalina revoque el documento. Pleitos
posteriores validarían esta fundación “clandestina” de Catalina Alonso Carrasco.
El
miércoles 14 por la mañana encontré el testamento del jurado Bernabé Martínez
de Alcázar, pero para mi desgracia, con muy pocas referencias a su actividad
mercantil. El resto de la mañana lo empleé en consultar más protocolos de
Melchor Gutiérrez con nuevos documentos otorgados por Juan de Palma y el citado
Bernabé Martínez. En el Diocesano terminé de consultar el expediente de la
capellanía de Catalina Alonso. Pese a todo, la disfrutaron los descendientes de
la familia de su esposo. Éste consiguió que otorgara un testamento donde lo
nombraba a él como patrón dejando en papel mojado su testamento previo.
El
jueves 15 buscando el segundo testamento de Catalina Alonso me encuentro con un
documento sorprendente. Se trata de un encargo de cordobanes de un
guadamecilero de Lisboa residente en la calle de los Doradores a Bernabé Martínez de Alcázar: nada menos que 106
docenas de cordobanes por un valor de algo más de 2.000 ducados. La cosa se
pone interesante cuando encuentro contratos similares con los mercaderes Juan de
Palma Montañés y el mismo portugués. ¡Buena parte del cuero curtido de Jaén
terminó en Lisboa!. Allí sería transformado en "couro dourado" por los guadamecileros portugueses. Pero es que Lisboa a finales del siglo XVI era el equivalente a Sevilla, el gran puerto del
emporio comercial portugués. Estos cueros giennenses pudieron terminar en
Brasil, Goa, Macao, Amsterdam...
La Rua dos Douradores de Lisboa en la actualidad
El
viernes 16 revisé los índices del escribano del día anterior buscando más
referencias al guadamecilero de Lisboa. Decenas de documentos de encargos
lisboetas a media docena de mercaderes de corambre de Jaén llenan las páginas
de este escribano. Entre los documentos un poder del guadamecilero por 2.000
docenas de cordobanes curtidos de zumaque por un valor de más de 40.000
ducados, una cantidad extraordinaria. Otros documentos hablan de compras similares en Córdoba, Sevilla o
Granada a través de agentes judeoconversos –“marranos”– portugueses como Jorge
Enriques. Una gran red comercial que traficaba con el cuero curtido castellano
a finales del siglo XVI y principios del XVII empieza a aparecer ante nuestros
ojos.
Hasta
la próxima entrada!
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