domingo, 19 de marzo de 2017

Diario de una investigación (VIII): Semana del 13 al 17 de Marzo





Vida, martirio...obra de don Antonio Terrones de Robles

El día 13 consulté el testamento de Antón Terrones, uno de los mercaderes de corambre de la Jaén de finales del siglo XVI. Conseguí la referencia del artículo de Rafael Galiano Puy sobre el doctor Francisco Terrones del Caño, obispo de Tuy y León, sobrino carnal del mercader. 


Gracias a este artículo he podido reconstruir buena parte de la familia Terrones y sorprenderme de que el mercader fue padre el historiador don Antonio Terrones de Robles, XXIV de Andújar y autor de la historia ciudadana más famosa de la citada ciudad. El historiador Terrones, que tiene su calle en Andújar, fue padre, junto con su sobrina de primos hermanos doña María Terrones de Villarreal –sobrina carnal del obispo– de doña Agustina de Terrones mujer de don Miguel Blas de Albarracín Isla, caballero de Calatrava. De esta pareja descienden los linajes Albarracín, Piédrola y Valenzuela de Andújar, y familias asociadas entre las que se encuentran los condes del Guadiana, marqueses del Cerro de la Cabeza y muchos títulos nobiliarios más.


El supuesto origen noble de la familia me crea algunas dudas. En el blog http://veracruzandujar.blogspot.com.es se aportan interesantes referencias al origen de los Terrones en Villafranca de Córdoba, a través de visitas del obispo y sus hermanos a la dicha localidad, de donde decían eran sus mayores. En mi opinión, el inventado origen en los Robles de León atiende al proceso de ennoblecimiento llevado a cabo por don Antonio Terrones de Robles, o por los hagiógrafos de su primo el obispo y sus intentos de ocultar su origen eminentemente pechero –si no judeonconverso– de sus ancestros. Curtidores, mercaderes de corambre, o de esclavos –Anton de Terrones parece que lo fue al final de su vida– no eran, sino todo lo contrario, las profesiones aceptables por la nobleza del XVII en la que los Terrones se integraron gracias a la influencia del obispo y el dinero del mercader. Este proceso económico y social ejemplifica como pocos, como en pocas generaciones cualquier linaje del pueblo llano podría alcanzar la nobleza si se daban una serie de condiciones como las que se dieron en este caso. ¿Este ascenso social espectacular fue común a todos los mercaderes de corambre?

Aproveché la excusa del estudio de los Terrones para tratar de buscar documentos sobre la jabonería de la que hablé en la entrada anterior.  Así, consulté dos escribanos de Andújar: Diego de Pareja y Juan de Molina. En el primero encontré al obispo Francisco de Terrones, entonces párroco de Pozuelo de Aravaca –hoy Pozuelo de Alarcón–apoderando a su padre para diversas actuaciones. En una de ellas se llega a nombrar a los padres de Antón, el mercader, llamados Francisco de Terrones y Catalina Ramírez Blanco –seguimos sin encontrar el Robles por ningún lado– abuelos paternos del obispo; en el segundo escribano encontré numerosos exámenes para ejercer variados oficios de artesanos: tintoreros, cereros, sastres, etc. En ninguno de los dos encontré al misterioso Cristóbal González de la Lobera ni noticias de la almona que regentaba en Andújar.

El día 14 localicé en un protocolo del escribano Melchor Gutiérrez –gracias a las fichas alfabéticas–  el testamento de Luis Albín, otro curtidor y mercader de corambre notable. Si de los Terrones tengo mis sospechas sobre su origen judío, en los Albín no hay duda alguna, pues este linaje fue procesado repetidamente por el santo oficio de la Inquisición por sus prácticas judaizantes como vemos en el artículo de Coronas Tejada


Más documentos en el mismo legajo sobre Luis de Albín  y su yerno el jurado Alonso de Córdova. Uno de ellos me resultó especialmente esclarecedor para el negocio del trato de la corambre. Ambos se asociaron en compañía para comprar 1240 pieles de cabrío –por valor de algo más de 1.000 ducados– que luego curtieron en una tenería de Jaén y vendieron a continuación a zapateros de la región. Este escribano va a ser fundamental para el estudio de una de las columnas del Santo Reino, el cuero.

El resto de la mañana la pasé encontrando mercaderes genoveses en la escribanía de Pedro Ruiz de Piédrola. La cantidad de hojas de espadas genovesas que los Escalla vendieron a espaderos del reino de Jaén bien merece un estudio pormenorizado. No le va la zaga las ventas de pastel lombardo de los Mayolo, que también pone de manifiesto la demanda de este tinte para la fabricación de los paños de la ciudad. Gracias a los genoveses, Jaén estaba perfectamente integrado den las grandes redes de comercio internacional.

El día 15 descubrí una posible nueva red comercial que llevaba a Jaén cueros de al otro lado del Atlántico, los llamados "cueros de Indias". Aquí el elemento clave fue el conquistador giennense Rodrigo de Contreras Biedma, alcalde de León en Nicaragua. De allí trajo 1100 "cueros vacunos al pelo" que vendió a curtidores y mercaderes locales –los Albín, Palma, Delgado, Martínez de Alcázar– por la friolera de 3.000 ducados. Está por demostrar si fue algo circunstancial o si el conquistador y su viuda, doña Inés de Berrio o su administrador Lope de Zamudio continuaron este lucrativo comercio tras la muerte del Contreras en 1576. Tenemos indicios que nos guían hacia esa dirección: en 1583 doña Inés mantenía contactos con mercaderes de León y villa y Puerto de Trinidad y Caxulta (Acajutla) (hoy en Nicaragua y El Salvador, respectivamente).






































Señalados con flechas villa  de Trinidad y León en la Audiencia de Guatemala. Amsterdam, 1671.

Cueros "locales", cueros de Indias, cueros de Irlanda, lomos de Fregenal, ya solo quedan los cueros de Berbería que se importaban por Cádiz y Málaga para completar el dibujo de la llegada de cueros a Jaén.

El día 16 empecé consultando el catastro de ensenada de Jaén. El día anterior había encontrado el testamento de un mercader de corambre, Miguel López de Alcaudete, que afirmaba “yo tengo a renta de los señores deán y cabildo de la iglesia de Jaén una tenería que está en la collación de la Magdalena linde con casa de Aguilar y casas de Cachiprieto por todos los días de mi vida".

Esta tenería en poder del cabildo de la catedral debía haber dejado un rastro documental en el cabildo de la catedral de Jaén. Hablé con Juan del Arco, director del AHPJ sobre el tema y me aconsejó estudiar los documentos del catastro de Ensenada.  Este censo de 1750-52 inventariaba todos los bienes de la época y cada archivo histórico provincial guarda una copia de la documentación de su provincia. Desgraciadamente entre los bienes del cabildo en la parroquia de la Magdalena no se encontraban las tenerías. 

Más tarde opté por investigar los años más tardíos del escribano Pedro Ruiz de Piédrola. En 1588 este escribano, años antes plagado de escrituras comerciales, deja de estarlo. ¿Hay crisis en Jaén? ¿La guerra con Inglaterra pasa factura a la ciudad y a Castilla? ¿Pueden estas ausencias de obligaciones e intercambios comerciales ser un indicador de una crisis económica? ¿Podemos enlazar la historia local con la historia política de España de manera directa? Muchas preguntas de difícil respuesta. Una única opción, seguir investigando los protocolos de Jaén.

Volví a los primeros años del periodo y de nuevo aparecieron los genoveses en este escribano. Más hojas de espadas de Génova, y van ya muchas, más pastel, papel etc. Unos de cientos de folios consultados más a los que añadir a mi investigación.

Por último decidí que había llegado el momento de analizar la prometedora compañía de los alumbres de Rodalquilar que ya cité en otra entrada.De paso ampliaba mi visión sobre el escribano Diego Gutiérrez Milán, que solo tiene protocolos anteriores a 1581. Viejos conocidos como Juan Núñez de Ayala o Antón Palma y Bernabé Martínez de Alcázar aparecían ante mis ojos. Estos últimos comprando 853 arrobas de zumaque –casi 10 toneladas– a un tal Bernabé de Aranda.

Efectivamente estaba el documento sobre los alumbres. Pone de manifiesto la importancia de otra figura mercantil giennense: Lorenzo de Tejerina. Este mercader además del citado producto tenía excelentes contactos en Córdoba. Se había hecho con el monopolio en Jaén de la venta de naipes cordobeses –una de las ciudades con la mayor producción de este producto de Castilla. Los naipes eran un lucrativo negocio pues la sociedad del siglo XVI estaba obsesionada con el juego. Grandes fortunas cambiaban de manos en el transcurso de las partidas de cartas.


Una baraja española del siglo XVI

Después del archivo comí en la cafetería del palacio de Villardompardo. Aproveché para visitar los Baños Árabes en la parte baja del palacio. Impresionantes. 



Me pregunto si los baños  del palacio en la Edad Moderna tuvieron otros usos. Sería un lugar ideal para la fabricación de jabón. Un lugar de suelos de mármol, ventilado con bóvedas que me recuerda mucho a la almona de Aleppo que puse en otra entrada. En otras estancias hay restos de piscinas pequeñas  y vasijas que recuerdan a las tenerías de Fez. ¿Qué uso se dio a este espacio cuando sus dueños eran los condes de Villardompardo? Dudo mucho que estuviera desocupado.

Por la tarde visité de nuevo el Archivo Diocesano de Jaén siguiendo otro consejo de Juan del Arco. Consulté unos libros que registraban las casas y bienes de la catedral y su cabildo. Desgraciadamente no encontré las tenerías citadas.  (No obstante, el viernes por la tarde, en las respuestas generales de ensenada –disponibles en la base PARES se hablan de “seis tenerías con su piedra para moler zumaque, la una de doña Inés de Quiroga que gana en arrendamiento 800 reales. Otra del vínculo que fundó Fernán Arias de Saavedra que produce en arrendamiento 600 reales. Otra de don Pedro de Teruel de la Maestra vecino de Villacarrillo que gana 500 reales. Otra de don Jerónimo Caballero 400. Otra del conde de Villardompardo 150 reales…y hay otra tenería propia de la capellanía que fundó don Luis Torres de Portugal”. Con estos nombres podré localizar la situación de las mismas estudiando los bienes recogidos en el catastro de ensenada. Espero hacerlo la semana que viene.)

El día 17 consulté dos nuevos escribanos. Gaspar de Torres y Juan de Morales. El primero apunta buenas maneras. Documentos de Antón Terrones comprando zumaque; Pedro de Cazorla arrendando un terrado para tender corambre; varios mercaderes como el jurado Pedro Vázquez, Antonio del Castillo, Bernabé de la Trinidad, Francisco Gutiérrez Guardia o Lázaro de Arquellada vendiendo sedas y paños. El segundo, Juan de Morales, es el escribano preferido de los Torres de Porgugal, condes de vilardompardo y otros miembros de la élite de Jaén, aunque también hay escrituras de curtidores y tintoreros. La documentación comienza a ser abrumadora!Veremos hasta dónde llegará mi investigación.

Aprovecho estas líneas para anunciar el seminario de la semana que viene en la Universidad de Jaén (Campus Las Lagunillas s/n). En él los profesores Delgado Barrado, López Arandía y yo mismo presentaremos nuestros proyectos de investigación del Instituto de Estudios Giennenses. Aquí os dejo el programa del seminario. Hasta la próxima entrada!






sábado, 11 de marzo de 2017

Diario de una investigación (VII): Semana del 6 al 10 de Marzo



Un mercader entre fardos, barriles, cartas y libros de cuentas (s. XVIII)

El día 6 de marzo buscando entre los protocolos de Gonzalo de Herrera, me encontré con el testamento del Cristóbal de Cazorla. No siempre leo los testamentos completos, pues son documentos largos y pesados, pero anoto los nombres, por si más adelante pudiesen ser de interés. En este caso el apellido Cazorla me llevó a su lectura pormenorizada. Efectivamente entre sus hijos aparece Pedro de Cazorla, de quien tengo bastantes documentos de ventas de cueros. En este documento muy poco se dice de él ya que era menor de edad y estaba aún bajo la tutela de su padre. El testador dejaba claro en una de las cláusulas su caracter mercantil; había fundado una compañía con tienda de paños junto con su hijo Rodrigo, al que dejaba una buena cantidad de bienes. Al leer los herederos me resultó de interés los yernos de Cristóbal de Cazorla: los escribanos de número Rodrigo de Baeza y Hernán Gutiérrez Crespo. Ya había consultado los protocolos de Rodrigo de Baeza y están llenos de documentos de mercaderes de cueros como – el ahora ya definido como su cuñado– Pedro de Cazorla. Tenía que ver los protocolos de Gutiérrez Crespo. Si hay algo claro en el mundo notarial es que entre los escribanos y sus clientes hay lazos de amistad, clientelismo, o incluso, como en este y otros casos, vínculos de sangre o al menos afinidad. Las relaciones familiares aparecen facilmente si realizamos una reconstrucción genealógica. En mi opinión, es fundamental conforme vamos localizando los actores de nuestra investigación, reconstruir sus familias. Esto es clave para los mercaderes donde los lazos entre compañías comerciales o redes mercantiles se confunden y casi siempre se crean dentro de la familia. De la reconstrucción genealógica como herramienta para estudios de Historia Social hablaré en una próxima entrada.

Volviendo a Cristóbal de Cazorla, entre otras cláusulas del testamento hacía referencia a un tal Luis Pérez "que murió en la tenería del solar". Aunque Cristóbal de Cazorla se definía como mercader de paños vemos que al igual que su hijo Pedro, tenía relaciones con el mundo del comercio del cuero. Escribiendo estas páginas del blog quería encontrar la clausula anterior en el testamento y al poner "tenería del solar" en la busqueda en mi archivo word del AHPJ, de pronto me he encontrado con un documento de 1595 que había regestado los primeros días de la investigación, cuando el tema del cuero y las tenerías no era mi interés principal. No sabía entonces de su capital importancia. Aquí la regesta:

Simón López de Madrigal vº Jaén, San Miguel recibe a renta de Antonio del Castillo como curador de don Fernando de Molina, menor, el molino de aceite que tiene en “la tenería del solar de su mayorazgo” por precio de 32@ de aceite y 1 cahiz de orujo  

Yo apunté este dato por el arrendamiento del molino de aceite, pero ahora veo que saca a la luz el dueño de una de las tenerías de Jaén a finales del siglo XVI, precisamente en dónde murió aquel Luis Pérez: don Fernando de Molina. Y no solo eso; formaba parte de un mayorazgo por lo que debió pertenecer a los Molina durante generaciones. Un consejo, apuntadlo todo, siempre que sea posible, al menos los nombres o una palabra clave, porque nunca se sabe si lo que estais viendo en ese momento, que os parece secundario, será fundamental para vuestra investigación futura. Efectivamente, como dice un amigo, bucear en los archivos, tiene mucho de detectivesco, por eso nos apasiona a los investigadores. Tengo que seguirle la pista a este don Fernando de Molina. Tendría su gracia que fuera de los de Úbeda, familia que llevo investigando desde hace tiempo.

Volviendo a Hernán Gutiérrez Crespo, cuñado de Pedro de Cazorla y yerno de Cristóbal, al pedir sus protocolos confirmé que tenía escrituras de su hermano político, pero no demasiadas. Lo miraría tranquilamente al día siguiente.

Después del archivo, antes de clase, me pasé por la biblioteca de la Universidad de Jaén para sacar un libro interesante para el comercio del cuero. El fin de semana pasado, intrigado por los cueros de Fregenal que se comercializaban en Jaén encontré en la base de datos dialnet unos pocos artículos y capítulos de libro sobre esta población extremeña en la Edad Moderna. En ellos se dejaba claro la importancia del sector del cuero frexnense desde época medieval:

El concejo de Fregenal

O la relación del humanista Arias Montano y otros judeoconversos con este sector:

Arias Montano

Aproveché para escribir un e-mail al autor del segundo artículo, Rafael Caso, para preguntarle por bibliografía sobre este asunto. Me recomendó amablemente algunos títulos y se interesó por mi investigación. Muchas veces es recomendable escribir a otros investigadores, sobre todo cuando son temas que se alejan espacialmente de nuestra investigación. Yo nunca habría ido a Fregenal para investigar los cueros importados por el mercader giennense López de Almagro, pero un mail puede dar mucho juego. Lo peor que puede pasar es que no te contesten, algo que tampoco tiene demasiada importancia. Ellos se lo pierden. Finalmente, el lunes, saqué el libro de la biblioteca y leí el interesante artículo de Caso sobre la economía de Fregenal en el siglo XVI. Este lugar estaba conectado comercialmente con La Mancha, Sevilla, Córdoba, Burgos, Portugal. Y ahora sabemos que también con Jaén. Al igual que la ciudad del Santo Reino los mercaderes del cuero eran judeoconversos en Fregenal. Sin duda este artículo me ayuda a tener una buena visión sobre el mundo del cuero a finales del siglo XVI.

El día 7 continué con Gutiérrez Crespo. El protocolo estaba lleno de arrendamientos de casas, un mercader de Granada llamado Juan Rodríguez vendiendo muchas mulas, algunas ventas de vino y un herrador, Simón Madrigal apoderando a un arriero, Gaspar Garcia, para que comprar herraduras en Toledo. Curiosamente el protocolo estaba compartido con el primer protocolo del escribano Pedro Núñez de Ayala, aquel que ya puntualizamos que tenía información sobre tintes y tintoreros. Con lo cual mataba dos pájaros de un tiro viendo tranquilamente el legajo.

El día 8 continué con el legajo compartido entre Hernán Gutiérrez Crespo y Pedro Núñez de Ayala, tras acabar con las escrituras del primero pasé a ver las del segundo. Núñez de Ayala tiene algunas escrituras interesantes. En una de ellas aparece un tal Álvaro de Toledo encargando al arriero Pedro Cano la compra de casi 300 kilogramos de alumbre en Almería. Este producto extraido de las minas de Rodalquilar actuaba como mordiente, es decir, facilitaba la fijación de los tintes a los paños. Estas minas almerienses contaron a finales del siglo XVI con capital  de inversores giennenses como bien se puede ver en este artículo de Antonio Muñoz Buendía

Los alumbres de Rodalquilar

Aunque es algo anterior al periodo de mi investigación, creo que merecerá la pena seguirles la pista a los mercaderes que se citan en dicho trabajo, algunos ya citados como Pedro de Almodóvar y otros como Tejerina, Montealegre o Castillo Milán en los protocolos de Diego Gutiérrez Milán. El alumbre era un producto fundamental en la industria pañera y tal vez me ayude a definir este sector, esta gran columna del Santo Reino.


El blanco alumbre de las minas de Rodalquilar

Otra figura interesante de esta escribanía es Juan Núñez de Ayala. Al mirar las fichas alfabéticas y los documentos ya encontrados en este protocolo se reflejaba una actividad propia de un notable mercader y fabricante de sedas. Poderes para comprar textiles flamencos –anascotes, holandas, lienzos–y bretones –ruanes y navales– en Sanlúcar de Barrameda; ventas de azafrán, compras de grana en Porcuna, de rubia –un mordiente– en Lorca, ventas de tejidos de seda en Jaén y Andújar. La referencia a su testamento aparecía en las fichas, pero tendría que dejarlo para el día siguiente. Se me había hecho tarde.

El día 9 de febrero me lancé a la lectura del testamento de Juan Núñez de Ayala. Bastante decepcionante. Casi ninguna referencia a su actividad mercantil y muchas líneas dedicadas a la fundación de un patronato para pobres vergonzantes. No es nada raro que los mercaderes, en los últimos años de su vida, dediquen buena parte de su hacienda en ennoblecerse a ellos y a sus descendientes por medio de mayorazgos, patronatos y otras formas de vinculación, olvidando u ocultando su pasado mercantil.  Por ejemplo, Núñez de Ayala había comprado la alcaidía de la cárcel de Carmona, oficio que legó a su hijo varón. Hablaré de su familia y la de los Cazorla, como ya dije, en una entrada próxima dedicada a la reconstrucción genealógica, pero puedo adelantar que Juan Núñez de Ayala era el padre del escribano ante el que otorgó el testamento: Pedro Núñez de Ayala.

Tras esto decidí pasar el resto de la mañana revisando el escribano más prometedor para la tercera línea de investigación –mercaderes extranjeros en Jaén y redes comerciales internacionales– de mi proyecto: Ruiz de Piédrola. Disfruté enormemente con la abundancia de documentos de mercaderes italianos –Daniel Quarteroni, Pelegro Mayolo, Agustín y Francisco Escalla– vendiendo a vecinos de Jaén papel y espadas genovesas, pastel lombardo, tinte fundamental para los paños locales, acero de Milán, etc. ¡Qué importantes fueron estas compañías italianas radicadas en Granada en el siglo XVI!

También me llamó la atención varias escrituras de la giennense Isabel de Olmedo, viuda de Juan García Domínguez. En una de ellas aparece vendiendo espadas de precio medio, conteras y tablas para vainas a un vecino de Torredonjimeno. En otra, da poder a Alonso de Arnedo –futuro hidalgo giennense a finales de siglo– para que la representase para cobrar deudas y en pleitos. Por último, apodera a Martín Hernández para que compre herrajes en diversos lugares. Entre los testigos de dichas escrituras aparecen el espadero Andrés de Fustedo y varios vascos avecindados en Jaén. ¿Sería esta señora la agente de alguna compañía vasca en la ciudad, usualmente especializadas en derivados del hierro? Le seguiré la pista.

Lo mejor de la mañana llegó con dos contratos realizados por cuatro arrieros murcianos de Totana obligándose de llevar 28 quintales –1.288 kilos– de sosa nueva y prima (carbonato sódico o Na2CO3) hasta la ciudad de Andújar a poder de un tal Cristóbal González de la Lobera. Nunca me había encontrado con un documento similar y eso que llevo tiempo investigando este tema. La sosa murciana y alicantina era obtenida de la combustión controlada de un tipo de plantas llamadas barrilla (Salsola soda, Salsola kali, Halogeton sativus) por los maestros barrilleros y resultaba ser el ingrediente fundamental para dos manufacturas de la época, el vidrio y el jabón. Sobre este particular tengo que terminar un artículo para finales de año centrado en el comercio de la barrilla entre el sureste español y el puerto de Livorno en Italia que se publicará, si todo va bien, en la revista de la University of California-Santa Barbara, e-humanista. Journal of Iberian Studies.

Andújar como Arjona y otros lugares del reino de Jaén eran conocidos por su producción de aceite, por lo que me incliné a pensar que, en Andújar, dicho producto se usaría junto con la sosa para hacer jabón en alguna almona o jabonería de la ciudad. El jabón se usaba como detergente para lavar la ropa, no tanto para la higiene personal como en la actualidad; utilizandose, sobre todo, para el desengrasado de los paños y, al parecer, en algunos lavaderos de lana. El jabón castellano tuvo bastante éxito comercial durante el siglo XVI, comercializándose en paises como Inglaterra donse se conocía –y se conoce– como castile soap o simplemente castile.

Pompas de jabón. J.S. Chardin. (s. XVIII)

Hay referencias a almonas en Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, Guadalcanal,Almería, Granada, Alicante y Cartagena –controladas por mercaderes genoveses– y el jabón se exportaba a Francia, Inglaterra, como hemos visto, y a las Indias. Tras informarme un poco en internet, aunque no hay ningún trabajo específico, he confirmado que hubo cierta producción de jabón isturjitano durante la Edad Moderna y se conservan algunos pleitos en el ARChG al respecto. El jabón de Andújar, una nueva línea sobre la que seguir trabajando.



Fabricación del jabón en una almona de Aleppo (Siria) en la actualidad, suponemos que antes de la guerra. El jabón, resultado de mezclar en caliente el aceite de oliva y la sosa, se enfría en el suelo, mientras que se apila, ya cortado en pequeños bloques, en las paredes.

Hasta la próxima entrada!


domingo, 5 de marzo de 2017

La lana del reino de Jaén a finales del siglo XVI





La iconografía de la Edad Moderna está llena de pastores y sus ganados. "El pozo de Jacob" del murciano Pedro Orrente (1588-1645)


“De las lanas de ovejas, y carneros es también notable el interés y provecho que este reino tiene casi en todos sus lugares y poblaciones”

Bartolomé Ximénez Patón, 1628 

En el proyecto Las Columnas del Santo Reino me interesa analizar los procesos económicos que tuvieron lugar en el reino de Jaén a finales del siglo XVI dividiéndolos en etapas y analizándolas por separado. En una entrada anterior dedicada a los paños de Baeza estudié el proceso final de los paños, su comercialización en España y las Indias. 

Allí apunté como la lana de los ganados de ovejas del reino se utilizó para realizar los paños. Desde finales del siglo XIII este tipo de oveja de lana finísima se había ido criando en los campos de Castilla. La oveja merina producía una lana finísima, la mejor del mundo, siendo un secreto muy bien guardado por los ganaderos castellanos. Sacar ovejas merinas de los reinos de Castilla –dicen– estaba penado con la muerte.



Un carnero merino en la actualidad. La densidad de la lana es extraordinaria.

A partir de la lana de estas ovejas –y en otros casos, para tejidos más bastos de otras ovejas llamadas churras– se confeccionaban los paños de Baeza, Segovia, Cuenca o Córdoba y de otras poblaciones cercanas.

El proceso es mucho más complejo de lo que parece a simple vista, pues la gran mayoría de las lanas de Jaén no se transformaron en paños, sino que se exportaron hacia Italia, hacia las ciudades pañeras de Milán, Florencia, Bolonia y Venecia, o bien, al final del periodo, en torno a los años 90, también hacia la Europa atlántica, hacia Flandes, hoy Bélgica y Holanda. 

Los mercaderes de lana locales y los mercaderes-productores de paños de Baeza, de Jaén y otros lugares tuvieron que competir con mercaderes extranjeros para conseguir su parte del pastel lanero. Una competencia difícil y desigual. Este dato ya fue notado por los economistas de la época –los mal llamados arbitristas– que temían que la salida de materias primas destruyera la boyante economía castellana, temores que se hicieron realidad: 

Lanas, en 30 lavaderos que hay en España dicen que saldrán quinientas mil arrobas, cuestan menos de a tres ducados, que montan millón y medio; y labradas de los géneros que las tornan a traer, suelen vender la arroba en cien ducados, y puesta una con otra a quince ducados son siete millones y medio; y si no las vuelven todas labradas (porque de ellas llevan a otras partes mercaderías labradas), si se labraran acá, pudieran llevarse a las partes donde ellos las llevan. Tapicerías dicen que entran millón y medio, y suele una arroba de la lana basta, de que se hacen, valer dieciséis o veinte reales, y entrar en cuatro anas, que suelen valer a treinta y a cincuenta reales, y sacar de ella doscientos reales.

             Sancho de Moncada, 1619

No era fácil competir con los mercaderes genoveses que monopolizaban la producción lanera del sureste. Su estrategia principal fue la compra por adelantado a través de un documento notarial llamado "obligación de lanas". En él, los genoveses adelantaban parte del dinero total de la venta a los ganaderos de ovejas, unos pocos meses antes, un año o incluso varios años antes. Los precios estaban muy por debajo del mercado y en muchos casos, si no se entregaba la lana, los genoveses ejecutaban los bienes de los ganaderos y sus fiadores. Con la lana vendida antes de que las ovejas la produjeran, los mercaderes locales, solo podían hacerse con los despojos de este comercio. Veamos un ejemplo de la forma de actuar de los italianos, uno de los miles que llevo recopilando durante años. 

El 8 de enero de 1581 apareció ante el escribano de Huéscar en el reino de Granada Pedro de Quijada, vecino de Segura de la Sierra. Este individuo era el apoderado del oligarca segureño Gabriel de Isla Cortecero –futuro regidor de la villa– quien se obligaba a entregar 100 arrobas de lana "blanca fina merina" en Segura de la Sierra a los genoveses Pelegro Mayolo, Vicencio Mayolo y Juan Calvo Bernabó –aquel Bernabuxino Veses de la ficha– en junio de ese mismo año por un precio de 12 reales por arroba. Los genoveses le adelantaban 100 ducados (un 92% del valor final) e Isla hipotecaba sus ganados. Esta práctica obligaba a los genoveses a disponer de enormes cantidades de efectivo –que conseguían por medio de transacciones financieras (cédulas de cambio y letras de cambio) entre Génova-Sevilla (donde estaba la plata amonedada– o a través del control de las rentas reales. Este dinero era transportado por carreteros fuertemente armados entre las ciudades de Sevilla, Granada, Baeza y Huéscar.

La competencia era tan desigual que la Corona tuvo que legislar al respecto, ordenando que al menos un tercio de las lanas debían "labrarse"–tejerse– en la zona, en vez de exportarse al extranjero. Parece que esto llegó a ocurrir. Por ejemplo en 1600 varios hacedores de paños de Baeza pidieron que se embargasen a los hermanos Digueri las lanas que habían comprado en Cazorla, Iruela, Peal del Becerro y Quesada “para que como vecinos de estos reinos les dieran el tercio de las lanas para poderlas labrar y hacer paños”. Lo mismo ocurrió a nuestro conocido Daniel Quarteroni cuando apoderó en 1581 al genovés Juan Andrea Guarnero en Baeza para que vendiese 2.000 arrobas de lana “a personas que las han de labrar en estos reinos y señoríos conforme a la pragmática de S.M.”  Pese a todo, la lana siguió fluyendo hacia Italia en grandes cantidades. 

Pocos fueron los lugares que escaparon del control de los mercaderes genoveses. Una serie de ciudades actuaban como nodos de su red comercial, lugares donde se realizaban las obligaciones de lana. Todo apunta a que en el caso del Santo Reino, Baeza fue el lugar elegido por las compañías genovesas para realizar estas obligaciones, contando con una colonia genovesa estable, si bien he encontrado algunas en Alcalá la Real. De momento creo que la ciudad de Jaén, que parece que nunca contó con mercaderes genoveses residentes, dependió del "nido real de gavilanes" y de Granada, para estos negocios.



Obligaciones de lana otorgadas ante escribanos de Granada, Baza, Baeza y Huéscar a finales del siglo XVI. El mapa puede ampliarse a Córdoba y partes del reino de Sevilla.

Cuando se cumplía el plazo de la obligación, una vez esquiladas las ovejas los ganaderos entregaban la lana en los lugares concertados para ello y la lana era transportada en carretas de bueyes y mulas o en lomos de bestias a las instalaciones preindustriales conocidas como lavaderos  de lana. En el reino de Jaén parece que huvo lavaderos en Úbeda y Baeza. De la primera tenemos algunas referencias pero para mediados de siglo XVII y de la segunda solo sabemos que el concejo tuvo intención de llevarlos a cabo, pero ninguna referencia sólida a que se construyeron. De nuevo si algún lector tuvieses alguna información al respecto, le agradecería mucho que la compartiera conmigo en los comentarios. 

De lo que si tengo abundantes datos es de los lavaderos de lana de Huéscar que los italianos habían construido y donde se llegó a lavar la mitad de la lana castellana que se exportaba a Italia a finales del XVI. Las lanas llegaban a ellos desde grandes distancias como podemos ver en el mapa siguiente a partir de contratos entre mercaderes genoveses y carreteros de bueyes y mulas. Como vemos, no pocos desde lugares del reino de Jaén.




No eran los únicos lavaderos de la región. Tengo referencias  a lavaderos en Córdoba, Villanueva de la Fuente, Caravaca, Daimiel, Montiel, etc y dependiendo de la coyuntura económica los mercaderes genoveses o flamencos eligieron unos u otros.

¿Por qué eran necesarios los lavaderos de lana? Muy sencillo: transportar lana sucia era caro ya que al pagar por arroba de lana estaban pagando dinero por tierra, suciedad, excrementos, suarda, almagre y otros adherentes de la lana. La lana merina perdía más de la mitad de su volumen con el lavado. Para ello era necesario calentar el agua con calderas de cobre, intruducir el agua caliente en tinas donde las lanas eran lavadas dependiendo de su calidad –cada parte de la oveja da un tipo de lana de mayor o menor calidad– luego eran lavadas a la redonda en el canal de limpio y dejadas escurrir en la pedrera y rampa para ser secadas en campos de hierba cercanos. Todo este proceso se realizaba en los meses de verano y movilizaba miles de trabajadores, organizados jerárquicamente. He tratado los lavaderos de lanas de Huéscar en algunos trabajos. Aquí os dejo uno de ellos, por si algún lector quisiera ampliar esta información.


La documentación relacionada con las obligaciones de lana y los contratos de transporte de lana a los lavaderos de lanas de Huéscar pueden ser un buen material para el estudio social de los ganaderos de ovino del reino de Jaén. Tengo referencias a autenticas sagas de ganaderos en poblaciones como Segura de la Sierra –Serrano, Rodríguez de Moya, Mexia, Pérez Xuarez, Isla Cortecedo, Alcántara, Castellanos, Sandoval–; Cazorla– Godoy, Amador de Lezcano–;Hornos hoy Puebla de Santiago –de la Fuente–; Orcera –Gómez, Abarca–;Siles –Patiño Castellano, Ortega Montañés– ;Quesada –Manchado, Poyatos–; Génave –Morcillo–; Huelma–Martos, Vico, Martínez Zamarrón– , Noalejo – Maldonado (sus señores),  Ortega, Monte– con miles de cabezas de ganado lanar vendiendo sus lanas a los mercaderes ligures año tras año. Esta documentación puede complementarse con protocolos notariales de cada una de estas poblaciones –donde se conserven– archivos parroquiales y pleitos en el Archivo de la Real Chancilleria de Granada. Por ejemplo, en Alcalá la Real, los pocos protocolos consultados arrojan no pocas obligaciones de lana a las mismas compañías genovesas de Granada, y a finales del siglo XVI y principios del XVII a mercaderes flamencos avecindados en Sevilla y con destino al lavadero de Córdoba.

Hemos hablado de las lanas y los ganaderos de lanas del reino de Jaén que suministraron lanas a los mercaderes genoveses, pero ¿qué ocurrió con la lana que no se exportó y que si se transformó en paños en el reino de Jaén?

Las referencias a compras de lanas por mercaderes locales – por el sistema de obligaciones– no han sido muy numerosas hasta ahora. Hay algunos mercaderes de lanas de la ciudad de Jaén como Francisco Martínez de Barrionuevo, Alonso Pérez de Alcaraz, Hernando de Quesada o Luis Pérez de Carvajal de los que tengo algunas obligaciones de lana, pero nada espectacular. Esto puede indicarnos que los mercaderes-productores de paños compraban la lana directamente de los ganaderos, con contratos orales que no dejaron rastro en los protocolos notariales. Hay que seguir buscando en los protocolos notariales otros documentos "indirectos" como formación de compañías para la fabricación de paños o cuentas entre mercaderes y tintoreros. En Baeza si que parece que el jurado Juan Lorencio compró notables cantidades de lana para la fabricación de paños. Tengo varias compras de lana a vecinos de Baeza y Villahermosa y un contrato entre Lorencio y el tundidor Sebastián de Molina para labrar 150 arrobas de lana en paños. Desgraciadamente los tres protocolos notariales conservados en Baeza para finales del XVI no dan para más. Nunca conoceremos al detalle esta extraordinaria producción pañera, al menos no a través de los protocolos notariales del "nido real de gavilanes".

Hasta la próxima entrada!

sábado, 4 de marzo de 2017

Diario de una investigación (VI): Semana del 27 de febrero al 3 de marzo






                

Salas de investigadores de los archivos ARChG y AHPMU 


Esta semana del puente del 28 de febrero no he investigado en el Archivo Histórico Provincial de Jaén. He pasado unos días de vacaciones entre Murcia y Granada, pero no he podido resistir la tentación de visitar dos archivos, el Archivo Histórico Provincial de Murcia y en el de la Real Chancillería de Granada. 


El Archivo Histórico Provincial de Murcia que comparte sede con el Archivo General de la Región de Murcia

En el  primero encontré –el día 28– interesantes documentos sobre mercaderes italianos residentes en Granada en la villa de Caravaca. Entre ellos Daniel Quarteroni o los Escalla que también tenían contactos en Jaén y de los que ya hemos hablado en otras entradas de este blog. Fue más una visita de toma de contacto que de investigación. Espero volver en el futuro. 

El día 2 pasé la mañana en el gran archivo judicial del sur de España: el Archivo de la Real Chancilleria de Granada (ARChG). 



Archivo de la Real Chancilleria de Granada, antigua casa del Padre Suárez y de los Suárez de Toledo, vizcondes de Rías. Nobles de origen judeoconverso.

Este archivo contiene información judicial durante la Edad Moderna de los reinos castellanos "desde el tajo para abajo". Es decir las actuales comunidades autónomas de Extremadura, Castilla La Mancha –menos Toledo y partes de Cuenca y Guadalajara–, Andalucía –menos Sevilla que tenía su propia Audiencia– y Murcia, aunque también hay documentación de América y de Ceuta y Melilla, así como otros presidios norteafricanos. Su archivo gemelo es el de la Real Chancillería de Valladolid cuya jurisdicción abarcaba los territorios castellanos al norte del río Tajo. 


Mapa que representa las jurisdicciones de las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada. 

El ARChG está lleno de documentación del reino de Jaén durante la Edad Moderna y también en el periodo de mi proyecto, 1580-1600. 

Podemos encontrar online varios instrumentos para investigar en el archivo y en sala podemos consultar otros más actualizados:


Catálogo de Hidalguías
Catálogo de Pleitos
Indice de Abogados

Nos interesan especialmente los dos primeros. Las élites mercantiles son el origen de gran parte de la hidalguía que en procesos de ascenso social pleitearon en la Chancillería para conseguir la preciada ejecutoria y otros documentos afines. 

Más interesante, aun, es el catálogo de pleitos donde podemos encontrar a los mercaderes –y a casi todo el mundo– pleiteando por casi cualquier asunto. En mi visita realicé previamente consultas en el catálogo para "tenerías" y "corambre". Varios pleitos relacionados con Jaén aparecieron al instante. El más interesante, sin duda, fue el pleito que mantuvieron los condes de Villardompardo con el Hospital de la misericordia de Jaén (hoy Hospital de San Juan de Dios) cuando los primeros  tranforman una casa de tinte en una tenería en la parroquia de la Magdalena, lindando con el dicho hospital. En dicho pleito se describen los procesos del curtido y como podían afectar los olores fétidos de las tenerías –según los conocimientos médicos de la época– a la curación de los enfermos. Otro pleito nos habla de una tenería entre Torredonjimeno y Martos, cuyo dueño en 1576, el escribano del cabildo Pedro Ximénez –como el dulce vino de Jerez– intenta utilizar los sobrantes de aguas de unas fuentes de dichas poblaciones. Yo conocía la existencia de una tenería en Torredonjimeno, propiedad en 1556 de Catalina de Sanclemente mujer del Licenciado Quintana gracias al artículo de Francisco Téllez.


Por último empecé a leer un pleito de los curtidores de Jimena contra su concejo por el proceso del curtido. Hay muchos más solo para el tema del cuero –unos 40– y espero consultarlos en el futuro. Esta fuente tan rica, prácticamente desconocida para la mayoría de los investigadores,  espera a ser utilizada en las estupendas instalaciones del archivo granadino. Mi idea es complementar mis investigaciones en Jaén con la documentación este archivo al final del proyecto.

El viernes dediqué el día a reflexionar sobre el proyecto. De vez en cuando es necesario intentar analizar la información obtenida en los archivos y plantear la estrategia general a seguir en la investigación. Una vez consultados un buen número de escribanos creo que puedo dibujar tres líneas posibles para el proyecto en torno a la ciudad de Jaén.

Una primera línea se dedicaría a estudiar el mundo del cuero –producción, comercio, mercaderes y redes mercantiles– en la documentación de los escribanos (Rodrigo de Baeza, Alonso Pérez de Rivera y en menor medida Pedro Ruiz de Piédrola y Gonzalo de Herrera). 

Una segunda línea, sobre la producción textil: paños y sedas, tejedores y tintoreros. Con documentación dispersa por casi todas las escribanías, pero tal vez más centrado en los tintes el escribano Pedro Núñez de Ayala en los primeros años del periodo.

Por último, una tercera línea, centrada en la vinculación de Jaén con las grandes redes del comercio internacional, especialmente italianas y portuguesas, a investigar en los protocolos de Pedro Ruiz de Piedrola (compañías genovesas de los Escalla, Mayolo, Digueri), Jerónimo de Herrera (Francisco Osago, los Veneroso), y en los protocolos de Rodrigo de Baeza, Alonso Pérez de Rivera y Pedro Ruiz de Piedrola (compañías portuguesas de los Alonso, Pereira, Méndez, Hernández, Franco, Rodríguez), si bien esta última directamente relacionada con las dos anteriores.

Hasta la próxima entrada!

domingo, 26 de febrero de 2017

Diario de una investigación (V): Semana del 20-24 Febrero





Los días 20 y 21 continué con los protocolos de Alonso Pérez de Rivera. Ya dije en entradas anteriores que este escribano tenía una clientela de mercaderes y trabajadores relacionados con el mundo del cuero. Es fundamental para una investigación documental hacerse con el mayor número posible de documentos, y a ser posible de distintas tipologías, para utilizarlos luego en nuestras publicaciones. La documentación que más se repite en este escribano son las obligaciones o deudas por compra de cueros curtidos entre zapateros y mercaderes de corambre.   

Al final del día 21, mientras descansaba un poco de mirar legajos, hojeando las fichas alfabéticas del archivo me encontré con una ficha que me llamó la atención.



Al leerla rápidamente, me quedé con la palabra venecianos. !Mercaderes venecianos en Jaén!. Esto era algo nuevo y extraordinario que había que confirmar. Rápidamente solicité el legajo. Mientras me lo traían,  releyendo tranquilamente la ficha me di cuenta que se trataba de un error de transcripción, algo bastante común cuando se trabaja con mercaderes de apellidos extranjeros.  El archivero o archivera –de los años 80-90 por la letra típica de las máquinas de escribir Olivetti– había unido y cortado la palabra "xinoveses"al apellido anterior con lo que la lectura real sería "Juan Bernabu, xinoveses"o "Juan Andrea Guarner, xinoveses". Lo que no termino de entender es la palabra "venecianos", pero bueno. Una vez pasado el buen sabor de boca por la ocurrencia, rápidamente recordé que los genoveses a los que citaba esta ficha correspondían –letra arriba letra abajo- con una de las mayores compañías genovesas de finales del siglo XVI de Granada, la de Pelegro Mayolo, Vicencio Mayolo y Juan Calvo Bernabó y sus agentes en Baeza Jusepe Palafrén y Juan Andrea Guarnerio, asimismo ligures unos de los protagonistas de mi tesis doctoral.  La "tina de pastel" a la que aludían era el tinte azul "pastel" que los genoveses importaban de Lombardia para los paños y sedas del reino de Jaén. Estas tinas contenían casi siempre 24 arrobas –276 kilogramos– del tinte en bolas del tamaño de un puño que eran el resultado de prensar y tratar la planta Isatis tinctorea.




Bolas de pastel

Gracias a este descubrimiento curioso confirmé de nuevo el monopolio que sobre el tinte lombardo tenían las compañías genovesas, algo que ya había comprobado en Granada y Baeza. Un nuevo documento que añadir a un artículo que llevo años escribiendo sobre el pastel lombardo en los reinos de Granada y Jaén. Pero al revisar el resto del protocolo –su escribano, como dice la ficha es Pedro Núñez de Ayala– encontré más referencias a ventas de pastel y a tintoreros de Jaén. Uno de ellos llamado Pedro de Ayala tenía una casa de tintes en la parroquia de Santa María que arrendó a un tintorero. Otro escribano al que investigar.

Los tintes fueron un sector clave para los paños de Jaén, siendo el elemento más caro del proceso. De los diversos tintes que se utilizaban en los paños y las sedas durante la Edad Moderna dedicaré una entrada en este blog próximamente.


El día 22 quise ver si Núñez de Ayala continuaba con tan interesante clientela en sus años finales. Seguia teniendo a varios mercaderes de paños de los tintoreros no había rastro. Si que encontré algunas ventas de paños de Baeza "capa de rey" de los que ya hablé en otra entrada.  
Parece que entre 1580 y 1600 hay bastantes cambios en el sistema productivo y comercial de Jaén, que queda reflejado en sus escribanos. Una hipótesis por confirmar.  


El día 23 volví al escribano Luis de Palma. Los primeros días había visto un legajo de los últimos años del periodo cuyo contenido no me parecio interesante para mi investigación. Opté por pedir el primer legajo del periodo, por si cambiaban el tipo de escrituras o sus clientes.Algunos paños y un par de escrituras sobre cueros, nada del otro mundo. Lo que más me llamó la atención fue una escritura de ventas de espadas entre un tal Francisco de Silva y el espadero local Andrés Fustedo. El comercio de espadas en la Edad Moderna es un tema al que he dedicado un artículo y varias charlas, una de ellas disponible en YouTube:


No es demasiado habitual encontrar escrituras de este comercio. Llamado por la curiosidad volví a las fichas alfabéticas por si había alguna referencia a Silva, el vendedor, con resultado negativo, o al espadero Fustedo.




Aquí tuve más suerte ya que había una ficha donde Fustedo compraba espadas genovesas a los genoveses Escalla, una potente compañía radicada en Granada, que también traté en mi tesis doctoral. Al revisar el legajo –de Pedro Ruiz de Piedrola, aquel escribano que consulté los primeros días, y lo mismo que Palma, por sus años finales– me llevé la grata sorpresa de que contía numerosas escrituras de mercaderes genoveses de Granada; no solo de los Escalla, sino los Mayolo o los Digueri, asimismo ligures, con ventas de espadas, pastel, grana, azúcar, paños, papel, manufacturas italianas...otra corriente mercantil que enlazó a Jaén y su reino con el gran comercio internacional. Una nueva mina documental que explotaré, espero, durante los meses próximos.

Hasta la próxima entrada! 



sábado, 18 de febrero de 2017

Diario de una investigación (IV): Semana del 13-17 Febrero





De nuevo, las espectaculares tenerías de Fez en la actualidad. En Jaén hubo instalaciones similares en los siglos XVI y XVII.

Esta semana, a partir de las referencias a Bartolomé Martínez de Alcázar de la semana pasada he continuado investigando el comercio del cuero en Jaén. 

Los días 13, 14, 15  de febrero comprobé que las fichas del archivo no solo estaban en lo cierto en torno al escribano Alonso Pérez de Rivera, sino que se quedaban cortas, pues no reflejaban todos los documentos, sino solo una pequeña muestra. Este escribano trabajaba con varios mercaderes de corambre –el citado Martínez de Alcázar, Juan de Palma, Pedro de Cazorla, Juan Ramírez, Rodrigo Alonso Carrasco– que venden sus productos –cueros curtidos de zumaque y corteza, troncos, cueros blancos, cordobanes, badanas, baldreses– a los zapateros locales, pero también a algunos más alejados de los reinos de Córdoba, Sevilla y Granada. Hay referencias a agentes –al menos de Martínez de Alcázar– en otros lugares.  Compras de zumaque,  e incluso hay ventas de cueros llegados desde muy lejos: el mercader giennense Francisco López de Almagro Morillo, vende "lomos de frixinal" (Fregenal de la Sierra, Extremadura, conocido por su industria del cuero) a zapateros locales. También parece un buen lugar estos protocolos de Pérez de Rivera para encontrar información sobre sus primos hermanos Nicolás y Juan de Rivera, confirmados como verlegers de tejidos de sedas en Jaén, y otros mercaderes similares como Alonso de la Fuente. He decidido trabajar intensivamente esta escribanía. 

El día 16 realicé catas a este escribano por su límite temporal superior. En 1600 Alonso Pérez de Rivera ya no tenía clientela corambrera y finalmente compartía su escribanía con Miguel de Minguijosa Cobo. Algunas ventas de paños y sedas. Sus clientes seguramente se irían a otro notario, pues según Ximenez Patón, aún en 1629 la "industria" del cuero en Jaén tenía relevancia. 

Por la tarde visité la biblioteca del Instituto de Estudios Giennenses. Como no podría ser de otra forma busqué publicaciones sobre tenerías, cuero, cordobanes y guadameciles. Algunas entradas del cronista Alfredo Cazabán en la revista Lope de Sosa hacían referencias a las tenerías de los condes de Villardompardo en la parroquia de la Magdalena regadas por el agua del raudal. 

No sabía nada de este raudal aunque había pasado por delante para ir o salir del archivo. Se trata de la gran fuente de Jaén, a la que seguramente debe la ciudad su emplazamiento. Un caudal de agua enorme "como el tronco de un buey" que regaba las fuentes de la ciudad y abastecia de agua las tenerías cercanas. El raudal es también donde se ubicaba la guarida del "lagarto de Malena o Magdalena" un ser legendario –tal vez una sierpe o un dragón–acorde con la antiguedad del lugar, conocido seguramente antes de la época romana y centro del Yayyan omeya.  


Raudal de la Magdalena

En esta biblioteca, también encontré un catálogo sobre guadameciles de Córdoba y Jaén de 1924, piezas que en su mayoría se encuentran en diversas colecciones de la ciudad de Córdoba. Piezas similares a la que reproduzco aquí y a las que dedicaré alguna entrada en el futuro.


Guadamecí (s. XVI-XVII). Museo del Arte de la Piel. Vich.

Di por terminada la semana de investigación en el archivo el viernes día 17 de febrero cuando opte por cambiar un poco de escribano y volver a consultar los protocolos de Alcalá la Real. Aquí se trataba más de seguir buscando datos del mercader Pedro Hernández de Jaén "aquel de los muchos tratos" en los protocolos de Francisco Jiménez. Así que continué subiendo por los primeros años del siglo XVII, hasta un año donde ya no salía el mercader en los índices. Desgraciadamente este escribano no tiene la serie completa, hay saltos, por lo que no podemos saber si se han perdido numerosos documentos o no. Opté por consultar otro escribano, Jerónimo Ramírez, que de la misma manera dejaba de tener referencias a Hernández de Jaén a partir de 1608. ¿Moriría por estas fechas este mercader?. 

La semana pasada encontré un documento muy interesante, pero hasta este día no pude fotografiarlo. Se trataba de unas cuentas entre el citado Pedro Hernández de Jaén y el curtidor Hernando de Ibáñez y su mujer María Clavera, vecinos de Alcalá la Real. En las cuentas se refleja que Ibáñez y su mujer tenían arrendada una tenería –recordemos el lugar donde se curten los cueros– en Alcalá la Real propiedad de Hernández de Jaén, por la que pagaban una renta de 12.000 maravedíes al año. Entre 1582 y 1585 estuvo arrendada a los Ibáñez. El mercader les suministró 376 carneros vivos y unos 250 "pellejos de machos". A cambio el matrimonio le entregó al menos 21 docenas de cordobanes y ciertas cantidades en efectivo, corriendo a su costa el zumaque "que pagó a uno de Luque". 



Curtidor en Núremberg trabajando las pieles (1609)

Un anuncio. Voy a participar con los profesores Delgado Barrado y López Arandia, seguramente a finales de marzo en la Universidad de Jaén, en un seminario para presentar los proyectos –este entre ellos– que el Instituto de Estudios Giennenses nos está financiando a los tres. Os mantendré informados.

Hasta la próxima entrada!