domingo, 22 de enero de 2017

Diario de una investigación (I): Primera Semana en Jaén (16-20 de Enero)


En las entradas Diario de una investigación, voy a intentar plasmar mi día a día en los archivos de Jaén. Creo que puede ser didáctica su lectura para estudiantes e investigadores interesados por la Historia Moderna. Se trata de una visión personal, a partir de la experiencia adquirida en casi veinte años de investigación en archivos españoles, en su mayor parte, archivos de protocolos notariales. Seguramente hay otros procedimientos mejores –o tal vez más sistemáticos– de abordar la investigación documental, pero este es el que conozco mejor y en el que me encuentro más a gusto.

El día 17 de enero comencé mi investigación en el Archivo Histórico Provincial de Jaén. Este lugar va a ser fundamental para mí, ya que los protocolos notariales forman la base de todo mi proyecto.

El archivo está ubicado en el antiguo convento dominico de la ciudad, en la calle de Santo Domingo, cuya fundación data de 1382. Fue convento hasta su desamortización en el siglo XIX, pasando a ser luego Casa de Beneficencia y Hospicio de Pobres. En 1990 adquiere su estatus de Archivo Histórico Provincial, recibiendo documentación diversa de toda la provincia. El edificio es un bien de interés cultural, destacando su precioso claustro del siglo XVI, y además del archivo alberga exposiciones temporales y es la sede de conciertos de música y otros eventos culturales.




El archivo tiene unos fondos notariales impresionantes, prácticamente completos, lo que es un arma de doble filo, pues el contenido histórico permite una recostrucción "profunda" del periódo histórico, pero, al mismo tiempo, la abundancia de documentación puede terminar abrumando al investigador. Para el periodo que quiero estudiar, 1580-1600, solo para la ciudad de Jaén ya he localiado todos estos escribanos:

Nicolás Salido 1580-81
Hernán Gutiérrez Crespo (1580-1581)
Luis de Contreras 1580-81
Gonzalo de Herrera (1580-1600)
Diego Gutiérrez Milán (1580-1581)
Melchor de Rivera
Gaspar de Torres
Juan López de Soria
Gabriel de Soria
Alonso García Alcalá (1580-1587)
Juan de Morales (1580-81
Pedro Ruiz de Piédrola 1580
Jerónimo de Herrera 1580-1600
Luis de Palma 1585-1600
Luis Rodríguez de Villalobos 1580
Miguel Quesada 1580
Miguel Milán (1580-81
Pedro Núñez de Ayala (1582-
Diego de San Juan (1582-
Alonso Pérez de Rivera (1582-
Rodrigo de Baeza (1583-1600)
Juan Alonso Córdoba (1583-1588)
Francisco Cobo (1583-
Gabriel de Soria 1577-1583
Pedro Ruiz de Piédrola (1580-1600)
Jerónimo de Herrera (1580-1600)
Luis de Palma 1585-1600

Seguramente hay bastantes más. Necesito completar la lista utilizando los ficheros del archivo. Estamos hablando de varios cientos de protocolos, solo para la ciudad de Jaén. En estas primeras semanas mi intención es tratar de situar a cada uno de ellos, analizando su clientela. Para ello son inevitables las "catas documentales", es decir, la consulta de unos pocos protocolos de cada escribano en años separados, tratando de hacerme a la idea del contenido global del escribano –o mejor de la escribania– pues suelen participar diferentes escribanos en cada una de ellas. En mi caso es ideal encontrar entre los clientes del escribano a mercaderes o artesanos, y no tanto a la élite nobiliaria o a trabajadores del campo. 

Por ejemplo, Jerónimo de Herrera y Gonzalo de Herrera van a ser –por el momento– los elegidos para comenzar mi investigación. Para estudiar el comercio del reino de Jaén, especialmente el que conectaba el reino con los grandes ejes mercantiles internacionales, me interesa un tipo de mercaderes, aquellos que tienen conexiones con los puertos de Sevilla, Alicante y Cartagena. Estoy hablando, fundamentalmente, de los mercaderes genoveses, si bien espero encontrar mercaderes flamencos y portugueses al final del periodo. Francisco "Kiko" Martínez Gutiérrez, al que agradezco desde aquí su ayuda, doctorando del departamento de Historia Moderna de Granada con una tesis doctoral sobre cardenales,  me comentó y facilitó documentos fotografiados de genoveses en las escribanías de los Herrera. Efectivamente los Veneroso, los Escalla y los Franquis aparecen entre sus páginas vendiendo el tinte pastel y manufacturas relacionadas con la fabricación de paños.

Además, estos escribanos tienen otro valor añadido. Conocemos su procedencia judeoconversa  –los mercaderes en la Edad Moderna eran en su mayoría descendientes de judíos– gracias a trabajos como el de Enrique Soria Mesa:


Quise consultar al final del día un protocolo del escribano Luis de Palma. Creo que puede ser una buena fuente documental para el estudio de los mercaderes de Jaén. El jurado Juan de Oviedo, el mercader Juan Pérez de la Rosa –este con conexiones en Córdoba– y los mercaderes Cristóbal y Alonso de Córdoba están bien representados entre sus folios. Una buena veta documental para alternar con los hermanos Herrera. Una grata sorpresa: encontré un contrato de un mesonero para servir en el abasto de la caña de azúcar del ingenio de los Hurtados de Motril, documento que usaré en mis investigaciones sobre el azúcar del reino de Granada.

El día 18 de enero consulté los índices del escribano Gonzalo de Herrera. Los índices de los protocolos simplifican mucho el trabajo, ya que permiten ver rápidamente la clientela del escribano, sin necesidad de recorrer, uno a uno, los documentos. En Jaén algunos escribanos tienen recopilaciones de índices en legajos especiales. En Granada, normalmente, los índices, de existir, están unidos a los legajos. Los índices de Gonzalo de Herrera confirma que, sin duda, se trataba de un escribano muy bien situado dentro de la élite giennense, tal como afirma Coronas Tejada. Es en esta escribanía donde se encuentran documentos curiosos con la firma de escritores de la fama de Cervantes o Lope de Vega.

 Para mi estudio encuentro referencias a numerosos mercaderes locales como los jurados Alonso de Olivares, Alonso Gutiérrez de la Chica, Bernardo Pizaro, Bernabé Martínez del Alcázar, Clemente Diaz, Diego Ruiz de Navarra, Jerónimo de Luque, Jerónimo de Soria o Juan de Valenzuela. La identificación entre jurados y mercaderes en la Edad Moderna es casi total, al menos a lo que se refiere a las élites mercantiles del sur de Castilla. Es raro aquel jurado que no tuviera entre sus actividades económicas el ejercicio del comercio.

El resto de la mañana la dediqué a la consulta de los protocolos de la ciudad de Alcalá la Real. En esta ciudad mi principal cometido va a ser estudiar la producción y el comercio del vino. El escribano de mi elección fue Francisco Jiménez que, por la documentación de Granada, yo sabía que era factor de los mercaderes genoveses Veneroso. No me defraudó. En primer lugar encontré actuaciones comerciales de las compañías genovesas de Granada – Meliadux Spínola y Juan Veneroso, y la de Bartolomé Veneroso– y una totalmente desconocida por mí situada en Martos –la del doctor Jácome Falcón– adquiriendo buenas cantidades de lana y vino –baladí y torrontés– en la ciudad. En segundo lugar bastantes actuaciones de mercaderes locales en ventas de vino, tocino, ganados –muchos cerdos– a particulares no solo de Alcalá sino de la comarca, ya en el reino de Granada como Guadahortuna o Campotéjar. Por último, documentos que hacen interesarme, aún más, por la figura del riquísimo mercader judeoconverso Pedro Hernández de Jaén, vecino de Alcalá la Real, que se apunta como un individuo al que seguir la pista. Ya lo conocía de los protocolos granadinos, al ser uno de los arrendadores de los estados de Cabra y Baena, y especialmente por ser antepasado de los Castellano de Marquina, grandes mercaderes de seda de Granada a los que dediqué un artículo:


Traigo aquí una copla que se cantaba en Alcalá a finales del siglo XVI donde aparece la condición judeoconversa del  mercader:

“Pedro Hernández de Jaen
aquel de los muchos tratos
que su abuelo y otros dos
fueron a prender a Dios

para entregarlo a Pilatos”


Confío que podré ampliar mis conocimientos en torno a esta relevante figura alcalaína a lo largo de los siguientes meses.

El día 19 de enero empecé la jornada con una cata al escribano Pedro Ruiz de Piedrola. Me llevé la impresión de que no parece un escribano a investigar pormenorizadamente para mi proyecto. Hay muchos arrendamientos de tierras, pero ni rastro de mercaderes. De momento a este escribano lo voy a dejar aparcado para más adelante. Es mejor continuar con Jerónimo de Herrera, que contiene mucha documentación util para mis propósitos. A esto dediqué el resto de la mañana. 

Al final de la jornada de trabajo comenzó a nevar en el claustro del archivo. Estos momentos de descanso y contemplación en un entorno tan especial ayudan a soportar la dura tarea del investigador :) .



Por la tarde visité por primera vez el Archivo Diocesano de Jaén. Una maravilla la localización de este archivo, en la parte alta de la catedral de Jaén. Solo por el camino que se recorre a través de las galerías altas de la catedral merece la pena su consulta.






Tras recibir la triste noticia por parte del archivero diocesano de la inexistencia de documentación de diezmos –una herramienta fundamental para el estudio de la producción– para finales del siglo XVI, opté por consultar la documentación de los archivos parroquiales. Empecé consultando los libros de bautismos de la parroquia de San Andrés –que con la de Santa Cruz ocupaban el espacio de la antigua judería de Jaén– esperando encontrar hijos de los mercaderes de la zona. Es un trabajo muy tedioso, pero, pasito a pasito...

El día 20 de enero terminé mi primera semana de investigación en el Archivo Histórico Provincial siguiendo con los protocolos de Jerónimo de Herrera y encontrando bastantes referencias al jurado Alonso Gutiérrez de Olivares vendiendo paños de Jaén y Puertollano. También apareció en estos protocolos un viejo conocido mío, Pedro de Narváez, mercader asociado con los genoveses Adorno y que ahora, gracias a la documentación giennense, puedo vincular también al mercader italiano Francisco Osago. Narváez estuvo implicado en la venta del azúcar de la costa del reino de Granada en Jaén y otros productos controlados por los italianos como el papel y el acero. Pero no se debió limitar a esto. He encontrado un documento que lo vincula a los Dueñas toledanos, de los que seguramente compraría sedas y paños (los medios blancos de Toledo). Por último, casi al final del día, me encontré con una escritura sobre una venta de zumaque –sustancia fundamental para el curtido de los cueros– entre vecinos de Jaén.

Tras la primera semana de trabajo, me quedo con buena sensación en la boca en torno a la potencia documental que el Archivo Histórico Provincial de Jaén. Estoy convencido que este archivo puede suministrar a mi proyecto una buena base para ir construyendo mi investigación sobre los mercaderes y la economía del Santo Reino a finales del siglo XVI. También es de agradecer el trato amable recibido por el personal del archivo. !Un buen comienzo! Hasta la próxima entrada!







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