sábado, 11 de febrero de 2017

Diario de una investigación (III): Semana del 6-10 Febrero




Tras la semana pasada llena de ajustes por el comienzo de las clases, esta semana ha sido mucho más fácil y productiva.

El día 6 de febrero tocaba hacer catas en dos nuevos escribanos:  Rodrigo de Baeza y Juan Alonso de Córdoba. Comencé con Rodrigo de Baeza y seguí todo el día y los dos siguientes con él. Mucha información en torno al mundo del cuero. Zumacares, ventas de cueros, y algo sorprendente, bastante producción de tejidos de seda, algo que no esperaba encontrarme en la ciudad de Jaén en el siglo XVI. Por sus páginas aparecen numerosos tejedores de terciopelo o tafetán y un mercader-productor llamado Nicolás de Rivera, luego jurado, miembro de una saga de escribanos y mercaderes giennenses de origen judeoconverso. Otro interesantante mercader Pedro de Almodóvar -homónimo del director de cine manchego– traficaba con paños, sedas, o incluso suministra telares a los tejedores. Son estas figuras las que pueden dar más juego en mi investigación. 

No obstante, la información que estoy obteniendo es aún muy local; me explico, aún veo la economía giennense a partir de la documentación que voy encontrando, bastante desconectada de las grandes rutas comerciales internacionales, aunque por referencias de Granada o Sevilla, sé que no fue así. Necesito encontrar los nexos de unión entre la producción local de paños y cueros con grandes mercaderes internacionales en Sevilla, Cádiz, Cartagena o Alicante. Hecho de menos contratos de transporte entre los mercaderes y los carreteros y arrieros, auténtico indicador del comercio interior, que conecte a Jaén con los nodos comerciales citados, todos ellos puertos de mar.

El día 8 casi al final de la mañana volví a consultar los protocolos de Gonzalo de Herrera. Demasiada élite nobiliaria y eclesiástica, muy pocos mercaderes. Estoy empezando a pensar que este escribano no me va a dar el juego que yo le suponía. ¿Tendré que seguir con su hermano Jerónimo?

El día 9 de febrero opté por continuar las catas y ver el escribano que pensaba ver el lunes, Juan Alonso de Córdoba. Nuevos mercaderes vendiendo sedas, Pedro Vázquez, Melchor Gutiérrez. Nada fuera de lo común.

Así que quise volver al final de la jornada a los legajos de Jerónimo de Herrera que tan buen resultado me dieron los primeros días. A finales del periodo continúa teniendo bastantes referencias a mercaderes. Diego Núñez de Alarcón, Juan de Quesada, Juan Morillo, Alonso Gutiérrez de Olivares. Y casi cuando iba a marcharme una referencia a Bernabé Martínez de Alcázar me hizo consultar las fichas onomásticas del archivo. Lo había encontrado antes vendiendo cueros en una escritura y ahora lo encontraba apoderando a un vecino de Alhama de Murcia para comprar cueros. Una acción que supera al simple mercader local. 

El Archivo Histórico Provincial de Jaén cuenta con unas fichas de apoyo al investigador. Hay un listado de personas que hacen referencia a escrituras donde las mismas aparecen. Hasta ahora mis búsquedas habían sido infructuosas en ellas. Sin embargo con Bernabé Martínez de Alcázar había un buen número de ellas. La práctica totalidad hacían referencia a la participación de este mercader en el comercio del cuero. En el escribano Alonso Pérez de Rivera encontramos poderes dados a agentes en Murcia, Castril, Lorca para comprar cueros. Además dos miembros de su familia Antón y Cristóbal aparecen involucrados en lo anterior. Hay ventas de cordobanes en Sevilla. ¿Serán los Martínez de Alcázar el enlace de Jaén hacia los mercados internacionales? Tiene buena pinta, me seduce la idea de un mercader que obtiene cueros en los reinos cercanos y luego vende el producto manufacturado en un gran nodo comercial como el puerto sevillano. Estos son los grandes mercaderes-productores –verlegers– que dominan todas las etapas desde la producción hasta el comercio final del producto manufacturado. Les seguiremos la pista.

Hasta la próxima entrada!










domingo, 5 de febrero de 2017

Diario de una investigación (II) Semana del 30 de Enero-3 Febrero





Alcalá la Real y su abadía-fortaleza.


Esta semana proseguimos con nuestra investigación en el Archivo Histórico Provincial de Jaén. No he podido asistir al archivo en la última semana tanto como me hubiera gustado, ya que he sido contratado como Profesor Sustituto Interino por la Universidad de Jaén y los tediosos procesos burocráticos, sobre todo al principio, siempre roban mucho tiempo. Voy a impartir este cuatrimestre la asignatura Historia Moderna en el Grado de Arqueología. Tengo que compaginar, por tanto, las clases con las visitas al archivo, y mi jornada va a estar algo cargada por las mañanas, especialmente de lunes a miércoles con archivo de 8.15 a 11.45 y las clases de 12.30 a 1.30 o incluso a 2.30 los lunes, teniendo que trasladarme en coche –o mejor en bus- desde el Archivo en el casco histórico de Jaén hasta el campus universitario de Las Lagunillas. Solamente los jueves y los viernes podré dedicar toda la mañana a la investigación y las tardes a la consulta bibliográfica.

El día 2 de febrero proseguí las catas en los escribanos de la ciudad de Jaén. Esta vez los elegidos fueron Diego Gutiérrez Milán, Alonso García de Alcalá y Gonzalo de Herrera. El primero, Diego Gutiérrez Milán solo cuenta con dos protocolos en los años iniciales de nuestro periodo de estudio, pero de un contenido interesante para nuestos fines. Ventas de paños, sedas, y un interesante documento sobre una cantarería en el arrabal de San Ildefonso a medias entre el jurado Juan Ramiro y el cantarero Cristóbal de Morales en la calle de San Jerónimo, acaso la actual Portillo de San Jerónimo. Tal vez trabaje intensamente este escribano a lo largo de mi proyecto. El segundo de los notarios, el escribano Alonso Garcia de Alcalá, atendiendo al protocolo consultado, destaca por la cantidad de testamentos que podemos encontrar entre sus folios. No descarto volver a sus protocolos más adelante. 

Una vez consultados los anteriores inicié la consulta del oficio de Gonzalo de Herrera. Ya había consultado los índices anteriormente. En las fechas iniciales del periodo no cuenta con tantas referencias al mundo mercantil, como esperaba, pero si encontré una buena cantidad de compraventas de cueros, parte inicial del proceso de otro de los grandes sectores económicos de la ciudad de Jaén a finales del siglo XVI, la fabricación de cordobanes y guadamecíes. De estos objetos de cuero labrado o pintado hablaré en el futuro en otras entradas de este blog.




Cordobán



Guadamecí. Museo de Málaga.

Finalmente, casi al final de la jornada, volví a los protocolos de Alcalá la Real. Quería cerrar la cata del escribano Francisco Jiménez con un protocolo de los años finales del periodo. De nuevo bastantes referencias a Pedro Hernández de Jaén y a mercaderes genoveses de la ciudad de Granada comprando lana como Juan Bautista Zarreta, los hermanos Chavarino y el regidor local y ligur Pedro Veneroso. Definitivamente voy a consultar intensamente este escribano.

Por la tarde estuve trabajando en la biblioteca del Instituto de Estudios Giennenses. Es fundamental realizar una búsqueda historiográfica paralela a nuestra investigación en el archivo, para completar nuestros hallazgos y dibujar cómo podemos incorporarlos a la historiografía.Sabía de una publicación en los Cuadernos del AMAR sobre el vino de Alcalá del profesor José Rodríguez Molina, que me dio clase de Historia Medieval de Andalucía en la Universidad de Granada.  Anoté en mi archivo sobre el vino alcalaíno varias informaciones de interés, especialmente en torno al conflico que existió entre los productores de vino de la ciudad de Granada y los de la ciudad de Alcalá la Real por el famoso privilegio del vino de esta última. Los RRCC dieron a Alcalá la exclusividad de la venta de su vino en Granada en los meses de mayo junio y julio y miles de arrobas de caldos torronteses y baladíes inundaron la alhóndiga y las tabernas granadinas durantes siglos.

Otro artículo de dicho autor sobre el mismo tema:

La cultura del vino





Viñas en Alcalá la Real


Después consulté algunos trabajos sobre Castillo de Locubín –Rafael Álvarez de Morales– y Torredonjimeno –Alfredo Ureña–, que me ayudaron a ampliar  mi conocimiento historiográfico sobre el territorio del Santo Reino en la Edad Moderna.

El 3 de febrero decidí continuar con los protocolos de Francisco Jiménez de Alcalá la Real. Por primera vez en mi proyecto me salí fuera de los límites temporales definidos, es decir 1580-1600. Pudo en mí la curiosidad de encontrar referencias más tardías al mercader Pedro Hernández de Jaén, especialmente su testamento o la partición de sus bienes.  No lo encontré, seguiré buscando, pero si di con un interesante protocolo lleno de referencias a ventas de lanas a mercaderes genoveses de Granada y flamencos de Sevilla.

En los protocolos de Alcalá la Real estoy encontrando abundantes referencias a la cria y venta de ganado porcino. Francisco Enríquez de Jorquera decía a mediados del XVII que era una población "con buena cecina". Algo que se refuerza por las numerosas ventas de "tocino salado" que estoy encontrando, al parecer, un producto en el que Alcalá la Real y su villa de Castillo de Locubín llegaron a tener fama, al menos regional. En los protocolos granadinos ya encontré a mercaderes sevillanos encargando a su correspondiente granadino en 1597 la compra de cincuenta "jamones de tocino" de Alcalá o Castillo de Locubín. 




Detalle de un jamón con mucho tocino en un bodegón de Luis Egidio Meléndez. s. XVIII. Museo del Prado.

Además, este protocolo contaba con una documentación no siempre usual: las actas judiciales. Ricos pleitos locales, en su mayoría sobre dotes y herencias particulares. Entre ellos los de doña Cliara Falcón mujer de don Fernando de Torreblanca Arroyo, e hija del doctor Jácome Falcón y de doña Luisa de Santiesteban, su mujer. Ya hablamos de este mercader italiano residente en Martos cuando lo encontrábamos comprando lana y vino a vecinos de Alcalá en la primera entrega de Diario de una investigación. Junto a esta documentación, varios inventarios de bienes con viñas en Alcalá.

Hasta la próxima entrada!



sábado, 28 de enero de 2017

Los paños de Baeza a finales del siglo XVI





“De las lanas de ovejas, y carneros es también notable el interés y provecho que este reino tiene casi en todos sus lugares y poblaciones. Más en particular está la grosedad de este trato en la ciudad de Baeza de donde no solo se proveen muchas partes de estos reinos de España pero las Indias de el Perú, y Nueva España porque en esta ciudad se labran de toda labor desde la carda hasta la tijera del sastre casi infinitos paños finos, y bastos de todas colores, y suertes. Trato es que a Baeza la tiene con muy grandes caudales.”

Bartolomé Ximénez Patón, 1628 

La anterior cita plantea algo obvio en el reino de Jaén de la Edad Moderna, pero parece que ignorado por la mayoría de los historiadores actuales, la excepcional importancia que los paños de Baeza tuvieron en la economía de la ciudad y el reino durante este periodo. ¿Cómo si no se explica la monumentalidad de la población? ¿De dónde salieron los "caudales" para los palacios, iglesias y plazas de la ciudad? Pues de la fabricación y comercio de los paños. Al desconocimiento general sobre este tema también ha contribuido la casi total falta de protocolos notariales de Baeza –únicamente tres legajos se conservan para el siglo XVI en la Biblioteca Municipal de esta ciudad– lo que obliga a los investigadores a estudiar esta actividad económica con fuentes, en muchos casos, indirectas.

Pero los paños de Baeza merecen este esfuerzo. Me atrevo a decir que su peso en la economía y la sociedad del Santo Reino fue capital. Especialmente un tipo de paño conocido como "venticuatreno" por tener 24 cientos de hilos (2400), textil fundamental para la vestimenta española de los siglos XVI y XVII, o lo que es lo mismo, la global, porque en esta época todo el mundo vestía "a la española", imitando el estilo marcado por las modas de la corte castellana.


                                   
La "moda a la española" dominó el mercado mundial a finales del sigl XVI y principios del XVII. Detalle de una ejecutoria de Hidalguía. 

Capas, jubones, basquiñas, y otras prendas se confeccionaban con este tipo de paño pesado y denso adaptado al frío que asolaba aquellos años de la Europa de la "pequeña edad del hielo".

Los paños venticuatrenos de Baeza –de calidad media-alta– se realizaban con lana fina de las cabañas ovinas de la región en los talleres que salpicaban la ciudad de Baeza y su hinterland (Úbeda, Ibros, Mengíbar, Bailén, Linares) en un tipo de relación productiva y comercial conocida como domestic-system, donde el mercader-empresario jugaba un papel fundamental controlando todas las etapas de la producción y el comercio. Junto a la lana, eran necesarios ciertos tintes –pastel, cochinilla, indigo, grana– y mordientes –alumbre, rubia– así como aceite de oliva para engrasar los hilos de la trama en los telares o jabón para eliminar el aceite –o desengrasar– de los paños. Además de lo anterior, también fueron objeto comercial, la propia tecnología de los telares, bastante más complejos de lo que parece a primera vista, o incluso las cardas para separar la lana de sus adherentes. Las primeras pesquisas al respecto nos muestran a activos mercaderes genoveses de Granada participando en todo este comercio de materias primas y tecnología.



Miles de telares como el de la imagen debieron llenar Baeza y otras poblaciones del reino de Jaén


Todas estas necesidades de la fabricación de paños– el motor económico de la época– dieron lugar a un activo comercio a escala global que solo estamos empezando a dilucidar en la actualidad.

En Baeza, además "de toda la labor desde la carda hasta la tijera del sastre" de los paños propios, parece que se realizaban los últimos procesos de fabricación y acabado de los paños de su hinterland, algo similar a lo que describe Fortea para la ciudad de Córdoba. Sorprende la gran variedad de tipologías y colores de los paños, como se puede ver en la siguiente tabla.

Tabla 1. Los paños de Baeza a finales del XVI. Tipologías y precios.


Paño de Baeza
Precios límite (reales/vara)
24º capa de rey
24-25
24º morisco
25
24º mezcla
17-23
24º velarte azul
22
24º negro
22
24º plomado
20
24º verde
19.5
24º pardo
18-21.5
24º azul
18-20
24º vellorí
17-20
24º tornasolado
18
24º noguerado
17
24º palmilla
22
22º palmilla azul
15
22º verde
14
18º noguerado
15
Medio blanco
12

La joya de los telares de Baeza era ese paño "capa de rey" –¿acaso llamado así por ser el que vestía el rey Felipe II?– que alcanzaba los 25 reales por vara. Cada vara de estos paños implicaba decenas de horas de trabajo de los tejedores baezanos y de la región.



Felipe II y su indumentaria negra

Los paños de Baeza no fueron los únicos que se fabricaban en la España de la Edad Moderna. En la ciudad de Segovia se encontraban los mejores paños de la Península con la mejor lana merina, alcanzando precios muy altos, entre 27 y 33 reales por vara; a continuación venía Baeza con 17-25, seguida por Cuenca, que suminstraba unos paños muy parecidos en calidad y precio; algo más baratos y de menor calidad estaban los venticuatrenos de Córdoba, realizados con la lana de los ganados del valle de los Pedroches.

Tabla 2. Algunos paños venticuatrenos producidos en Castilla a finales del siglo XVI
             
Paño de lana
Precios límite (rls/v)
Tamaño piezas (varas (0.84 m))
24º de Segovia
27-33
21-32
24º de Baeza
17-25
22-30
24º de Cuenca
13-25
22-27
24º de Córdoba
12-13
20-30

Efectivamente el mercado de los paños de Baeza era muy amplio. En un artículo de Andrés Ucendo se habla de que el mercado de los venticuatrenos abarcaba por el norte hasta Toledo y La Mancha.  Fortea también señala su venta en la ciudad de Córdoba. Por nuestra parte tenemos localizadas numerosas ventas de paños de Baeza también en el reino de Jaén Granada, Cádiz o Sevilla. El carácter de esta última como puerta de las Indias, queda confirmada cuando advertimos que los paños de Baeza dieron el salto al Nuevo Mundo al estudiar los registros de navío de las Flotas de Indias, monopolio comercial de Sevilla durante los siglos XVI y XVII.

Detalle de un registro de navío con un paño venticuatreno de Baeza


Si bien Lima era, a finales del siglo XVI, el principal mercado de los paños baezanos, los textiles llegaron hasta México, Cartagena de Indias, Santa Marta, Nombre de Dios o Panamá y luego hasta las poblaciones del interior del continente americano. Hasta todos estos puertos llegaban a bordo de las Flotas de Indias, en grandes cargazones fletadas por los mercaderes "peruleros", mercaderes avecindados en Perú que viajaban de regreso a la Península, cargados de plata de Potosí, para volver a Lima tras cambiar la plata por numerosos productos textiles y de todo tipo, proceso que bien estudió Lutgardo García Fuentes.



Distribución de los paños de Baeza en el Nuevo Mundo

Hasta Sevilla llegaban los paños a lomos de animales –gobernados por arrieros– o por medio de carretas de bueyes y mulas –cuyos dueños eran los carreteros–, aunque también pudieron hacerlo a través del río Guadalquivir, como se han encontrado algunos documentos al respecto.

Todo este flujo de paños baezanos lo he ido estudiando a partir de diferentes archivos –Archivo General de Indias, Archivo General de Simancas y diferentes archivos de protocolos –y que espero se complete con los fondos notariales del Archivo Histórico Provincial de Jaén mientras desarrolo el proyecto "Las Columnas del Santo Reino". Sobre todo esto estoy escribiendo diferentes artículos especializados que veran la luz, en breve, en revistas nacionales e internacionales. Hasta la próxima entrada!




domingo, 22 de enero de 2017

Diario de una investigación (I): Primera Semana en Jaén (16-20 de Enero)


En las entradas Diario de una investigación, voy a intentar plasmar mi día a día en los archivos de Jaén. Creo que puede ser didáctica su lectura para estudiantes e investigadores interesados por la Historia Moderna. Se trata de una visión personal, a partir de la experiencia adquirida en casi veinte años de investigación en archivos españoles, en su mayor parte, archivos de protocolos notariales. Seguramente hay otros procedimientos mejores –o tal vez más sistemáticos– de abordar la investigación documental, pero este es el que conozco mejor y en el que me encuentro más a gusto.

El día 17 de enero comencé mi investigación en el Archivo Histórico Provincial de Jaén. Este lugar va a ser fundamental para mí, ya que los protocolos notariales forman la base de todo mi proyecto.

El archivo está ubicado en el antiguo convento dominico de la ciudad, en la calle de Santo Domingo, cuya fundación data de 1382. Fue convento hasta su desamortización en el siglo XIX, pasando a ser luego Casa de Beneficencia y Hospicio de Pobres. En 1990 adquiere su estatus de Archivo Histórico Provincial, recibiendo documentación diversa de toda la provincia. El edificio es un bien de interés cultural, destacando su precioso claustro del siglo XVI, y además del archivo alberga exposiciones temporales y es la sede de conciertos de música y otros eventos culturales.




El archivo tiene unos fondos notariales impresionantes, prácticamente completos, lo que es un arma de doble filo, pues el contenido histórico permite una recostrucción "profunda" del periódo histórico, pero, al mismo tiempo, la abundancia de documentación puede terminar abrumando al investigador. Para el periodo que quiero estudiar, 1580-1600, solo para la ciudad de Jaén ya he localiado todos estos escribanos:

Nicolás Salido 1580-81
Hernán Gutiérrez Crespo (1580-1581)
Luis de Contreras 1580-81
Gonzalo de Herrera (1580-1600)
Diego Gutiérrez Milán (1580-1581)
Melchor de Rivera
Gaspar de Torres
Juan López de Soria
Gabriel de Soria
Alonso García Alcalá (1580-1587)
Juan de Morales (1580-81
Pedro Ruiz de Piédrola 1580
Jerónimo de Herrera 1580-1600
Luis de Palma 1585-1600
Luis Rodríguez de Villalobos 1580
Miguel Quesada 1580
Miguel Milán (1580-81
Pedro Núñez de Ayala (1582-
Diego de San Juan (1582-
Alonso Pérez de Rivera (1582-
Rodrigo de Baeza (1583-1600)
Juan Alonso Córdoba (1583-1588)
Francisco Cobo (1583-
Gabriel de Soria 1577-1583
Pedro Ruiz de Piédrola (1580-1600)
Jerónimo de Herrera (1580-1600)
Luis de Palma 1585-1600

Seguramente hay bastantes más. Necesito completar la lista utilizando los ficheros del archivo. Estamos hablando de varios cientos de protocolos, solo para la ciudad de Jaén. En estas primeras semanas mi intención es tratar de situar a cada uno de ellos, analizando su clientela. Para ello son inevitables las "catas documentales", es decir, la consulta de unos pocos protocolos de cada escribano en años separados, tratando de hacerme a la idea del contenido global del escribano –o mejor de la escribania– pues suelen participar diferentes escribanos en cada una de ellas. En mi caso es ideal encontrar entre los clientes del escribano a mercaderes o artesanos, y no tanto a la élite nobiliaria o a trabajadores del campo. 

Por ejemplo, Jerónimo de Herrera y Gonzalo de Herrera van a ser –por el momento– los elegidos para comenzar mi investigación. Para estudiar el comercio del reino de Jaén, especialmente el que conectaba el reino con los grandes ejes mercantiles internacionales, me interesa un tipo de mercaderes, aquellos que tienen conexiones con los puertos de Sevilla, Alicante y Cartagena. Estoy hablando, fundamentalmente, de los mercaderes genoveses, si bien espero encontrar mercaderes flamencos y portugueses al final del periodo. Francisco "Kiko" Martínez Gutiérrez, al que agradezco desde aquí su ayuda, doctorando del departamento de Historia Moderna de Granada con una tesis doctoral sobre cardenales,  me comentó y facilitó documentos fotografiados de genoveses en las escribanías de los Herrera. Efectivamente los Veneroso, los Escalla y los Franquis aparecen entre sus páginas vendiendo el tinte pastel y manufacturas relacionadas con la fabricación de paños.

Además, estos escribanos tienen otro valor añadido. Conocemos su procedencia judeoconversa  –los mercaderes en la Edad Moderna eran en su mayoría descendientes de judíos– gracias a trabajos como el de Enrique Soria Mesa:


Quise consultar al final del día un protocolo del escribano Luis de Palma. Creo que puede ser una buena fuente documental para el estudio de los mercaderes de Jaén. El jurado Juan de Oviedo, el mercader Juan Pérez de la Rosa –este con conexiones en Córdoba– y los mercaderes Cristóbal y Alonso de Córdoba están bien representados entre sus folios. Una buena veta documental para alternar con los hermanos Herrera. Una grata sorpresa: encontré un contrato de un mesonero para servir en el abasto de la caña de azúcar del ingenio de los Hurtados de Motril, documento que usaré en mis investigaciones sobre el azúcar del reino de Granada.

El día 18 de enero consulté los índices del escribano Gonzalo de Herrera. Los índices de los protocolos simplifican mucho el trabajo, ya que permiten ver rápidamente la clientela del escribano, sin necesidad de recorrer, uno a uno, los documentos. En Jaén algunos escribanos tienen recopilaciones de índices en legajos especiales. En Granada, normalmente, los índices, de existir, están unidos a los legajos. Los índices de Gonzalo de Herrera confirma que, sin duda, se trataba de un escribano muy bien situado dentro de la élite giennense, tal como afirma Coronas Tejada. Es en esta escribanía donde se encuentran documentos curiosos con la firma de escritores de la fama de Cervantes o Lope de Vega.

 Para mi estudio encuentro referencias a numerosos mercaderes locales como los jurados Alonso de Olivares, Alonso Gutiérrez de la Chica, Bernardo Pizaro, Bernabé Martínez del Alcázar, Clemente Diaz, Diego Ruiz de Navarra, Jerónimo de Luque, Jerónimo de Soria o Juan de Valenzuela. La identificación entre jurados y mercaderes en la Edad Moderna es casi total, al menos a lo que se refiere a las élites mercantiles del sur de Castilla. Es raro aquel jurado que no tuviera entre sus actividades económicas el ejercicio del comercio.

El resto de la mañana la dediqué a la consulta de los protocolos de la ciudad de Alcalá la Real. En esta ciudad mi principal cometido va a ser estudiar la producción y el comercio del vino. El escribano de mi elección fue Francisco Jiménez que, por la documentación de Granada, yo sabía que era factor de los mercaderes genoveses Veneroso. No me defraudó. En primer lugar encontré actuaciones comerciales de las compañías genovesas de Granada – Meliadux Spínola y Juan Veneroso, y la de Bartolomé Veneroso– y una totalmente desconocida por mí situada en Martos –la del doctor Jácome Falcón– adquiriendo buenas cantidades de lana y vino –baladí y torrontés– en la ciudad. En segundo lugar bastantes actuaciones de mercaderes locales en ventas de vino, tocino, ganados –muchos cerdos– a particulares no solo de Alcalá sino de la comarca, ya en el reino de Granada como Guadahortuna o Campotéjar. Por último, documentos que hacen interesarme, aún más, por la figura del riquísimo mercader judeoconverso Pedro Hernández de Jaén, vecino de Alcalá la Real, que se apunta como un individuo al que seguir la pista. Ya lo conocía de los protocolos granadinos, al ser uno de los arrendadores de los estados de Cabra y Baena, y especialmente por ser antepasado de los Castellano de Marquina, grandes mercaderes de seda de Granada a los que dediqué un artículo:


Traigo aquí una copla que se cantaba en Alcalá a finales del siglo XVI donde aparece la condición judeoconversa del  mercader:

“Pedro Hernández de Jaen
aquel de los muchos tratos
que su abuelo y otros dos
fueron a prender a Dios

para entregarlo a Pilatos”


Confío que podré ampliar mis conocimientos en torno a esta relevante figura alcalaína a lo largo de los siguientes meses.

El día 19 de enero empecé la jornada con una cata al escribano Pedro Ruiz de Piedrola. Me llevé la impresión de que no parece un escribano a investigar pormenorizadamente para mi proyecto. Hay muchos arrendamientos de tierras, pero ni rastro de mercaderes. De momento a este escribano lo voy a dejar aparcado para más adelante. Es mejor continuar con Jerónimo de Herrera, que contiene mucha documentación util para mis propósitos. A esto dediqué el resto de la mañana. 

Al final de la jornada de trabajo comenzó a nevar en el claustro del archivo. Estos momentos de descanso y contemplación en un entorno tan especial ayudan a soportar la dura tarea del investigador :) .



Por la tarde visité por primera vez el Archivo Diocesano de Jaén. Una maravilla la localización de este archivo, en la parte alta de la catedral de Jaén. Solo por el camino que se recorre a través de las galerías altas de la catedral merece la pena su consulta.






Tras recibir la triste noticia por parte del archivero diocesano de la inexistencia de documentación de diezmos –una herramienta fundamental para el estudio de la producción– para finales del siglo XVI, opté por consultar la documentación de los archivos parroquiales. Empecé consultando los libros de bautismos de la parroquia de San Andrés –que con la de Santa Cruz ocupaban el espacio de la antigua judería de Jaén– esperando encontrar hijos de los mercaderes de la zona. Es un trabajo muy tedioso, pero, pasito a pasito...

El día 20 de enero terminé mi primera semana de investigación en el Archivo Histórico Provincial siguiendo con los protocolos de Jerónimo de Herrera y encontrando bastantes referencias al jurado Alonso Gutiérrez de Olivares vendiendo paños de Jaén y Puertollano. También apareció en estos protocolos un viejo conocido mío, Pedro de Narváez, mercader asociado con los genoveses Adorno y que ahora, gracias a la documentación giennense, puedo vincular también al mercader italiano Francisco Osago. Narváez estuvo implicado en la venta del azúcar de la costa del reino de Granada en Jaén y otros productos controlados por los italianos como el papel y el acero. Pero no se debió limitar a esto. He encontrado un documento que lo vincula a los Dueñas toledanos, de los que seguramente compraría sedas y paños (los medios blancos de Toledo). Por último, casi al final del día, me encontré con una escritura sobre una venta de zumaque –sustancia fundamental para el curtido de los cueros– entre vecinos de Jaén.

Tras la primera semana de trabajo, me quedo con buena sensación en la boca en torno a la potencia documental que el Archivo Histórico Provincial de Jaén. Estoy convencido que este archivo puede suministrar a mi proyecto una buena base para ir construyendo mi investigación sobre los mercaderes y la economía del Santo Reino a finales del siglo XVI. También es de agradecer el trato amable recibido por el personal del archivo. !Un buen comienzo! Hasta la próxima entrada!